Santa Marta DTCH

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jueves, 8 de octubre de 2015

El fuego del agua ilumina los Juegos Nacionales


Este miércoles se encendió en la Sierra Nevada de Santa Marta la antorcha de los Juegos Nacionales. Fue la segunda vez que el lugar custodiado por los arhuacos dio luz para las justas deportivas más importantes del país pero la primera que se hace en una ciudad sagrada.

Eran las 2:00 PM y el fuego del agua fue encendido para darle luz a los XX Juegos Deportivos Nacionales en medio de un río de críticas e inconvenientes por los recientes cambios de algunas disciplinas, atribuidos al incumplimiento de obras en las regiones.

La Sierra Nevada de Santa Marta y desde la ciudad sagrada de Nabusímake los mamos de la tribu Arhuaca le dieron al director de Coldeportes, Andrés Botero Philisbourne, el fuego sagrado, sacado de rocas de río, para que a través de la antorcha de las justas nacionales les llevara la claridad e iluminara a los departamentos que albergarán las competencias a partir del 4 de noviembre, cuando oficialmente iniciarán estos juegos.

Las miradas atónitas de la tribu Arhuaca que miraban a la comitiva de Coldeportes, a los gobernadores y alcaldes, a los representantes de los medios de comunicación que con su cámaras y luces centellantes capturaban la alegría, el asombro y hasta, según algunos indígenas, el alma de los habitantes y quienes esperaban que su mensaje de paz y hermandad fuera llevado a toda Colombia.

Además, los habitantes de grandes ciudades presentes en un lugar sagrado quienes con sus afanes, sus aparatos tecnológicos (que en ningún momento tuvieron conexión, ni señal, ni forma de cargar) y sus vanidades citadinas quedaban asombrados ante la magia del sagrado recinto y se comprometían a dejar entrar ese fuego deportivo en sus corazones.

Dos múltiples campeones, Jackeline Rentería (doble medallista olímpica) y Carlos Serrano (sextuple medallista de medallista parapanamericano) quienes, en nombre de todos los atletas que participarán en los juegos nacionales, recibían la antorcha ya encendida y tal como Prometeo llevarían el fuego de los dioses a la sociedad en este caso representada por los demás deportistas a quienes tenían que llevarles el mensaje de los mamos "el deporte nos une y nos convierte en hermanos".

Así fue el encendido de la llama de la antorcha de los Juegos Nacionales, una mezcla de culturas, pensamientos e ideologías pero con un solo fin hacer de estas justas deportivas un ejemplo de unión y hermandad entre los departamentos, ciudades y deportistas de Colombia.

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