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sábado, 19 de marzo de 2016

Santa Cruz de Mompox, la ciudad valerosa de Magdalena



El caluroso municipio de Mompox, con sus 25.000 habitantes, en el norteño departamento colombiano de Bolívar fue declarado Monumento Nacional en 1959 y Patrimonio de la Humanidad de la Unesco en 1995.

Hace cuatro siglos fue la tercera ciudad más importante de Colombia, por detrás de la capital, Santa Fe de Bogotá, y de la caribeña Cartagena de Indias, ubicada a 248 kilómetros de Mompox.

El español Alonso de Heredia fundó Santa Cruz de Mompox el 3 de mayo de 1537 como un pujante y estratégico puerto en el interior del país, y en los años siguientes comenzaron a poblarla familias llegadas de la ciudad española de Sevilla, que trasladaron su arquitectura adaptada al calor y típica de ribera, así como la devoción católica y el primor en la celebración de las fiestas de Semana Santa.

Pero esta isla entre aguas dulces se ganó el sobrenombre de "ciudad valerosa", al ser la primera población del Reino de Nueva Granada en proclamar su independencia absoluta de la Corona española, el 6 de agosto de 1810.

Hoy, visitar Mompox es un reto por el estado de las vías, pero las autoridades locales aspiran a convertir el pueblo en un foco de turismo diversificado.

Del turismo religioso al cultural

Aunque no le falta materia prima, Mompox ha sido hasta ahora conocido, sobre todo, por su celebración de la Semana Santa, considerada como una de las más vistosas y tradicionales de Colombia. Sin embargo, el resto del año la afluencia de visitantes suele bajar considerablemente.

Para convertir el turismo en un verdadero polo de desarrollo los momposinos han emprendido obras de restauración en lugares emblemáticos, como el histórico hostal Doña Manuela, la calle de la Albarrada, que da a uno de los brazos del río Magdalena, y el edificio de la Aduana.

También está en marcha una campaña de instrucción turística, como explicó a Efe el director de la Escuela Taller Santa Cruz de Mompox, Álvaro Castro. “Quisimos incursionar un poco en el campo del turismo capacitando a personas de nuestra comunidad, iniciando por la cocina, pero con la intención de ir ampliando a otros campos”, explicó.

La idea era recuperar la gastronomía tradicional momposina, con los pescados de río y el dulce de limón como máximos exponentes, que han dado pie a la inauguración de pocos, pero muy buenos restaurantes criollos.

De un tiempo a esta parte también han ido surgiendo pequeños hospedajes, algunos de ellos bajo el concepto de “hotel boutique”, que han contribuido a elevar la oferta de alojamiento a quince hoteles y a doscientas camas, con precios que oscilan entre los 13 y los 100 dólares por persona, según datos de la Secretaría de Cultura y Turismo de Mompox.

Quienes quieran conocer un episodio principal de la historia colombiana tienen en Mompox una especie de parque temático colonial, con el Museo del Oro, un archivo histórico, viejas casonas nobiliarias, y estrechas y románticas callejuelas por las que se paseó el libertador Simón Bolívar en sus ocho visitas a la villa.

Entre las siete iglesias momposinas destacan la arquitectura de los templos de Santo Domingo, San Juan de Dios, San Agustín y Santa Bárbara.

Por este último, especialmente, los habitantes profesan una verdadera veneración. La iglesia esta ubicada en la calle La Albarrada, paralela al río y sobre la que también se ubican la Casa 1734 y los Portales de la Marquesa.

En un esfuerzo por diversificar la oferta cultural y turística, la gobernación del departamento de Bolívar organizó en octubre de 2012 el primer Festival de Jazz de Mompox, en el que brilló la figura más reconocida del folclore de la región, la cantante Totó la Momposina.

Un buen recuerdo de Mompox pueden ser los trabajos orfebres en filigrana de finos hilos de oro y de plata, mientras que los amantes de la naturaleza encontrarán en la depresión momposina enormes atractivos en sus ciénagas, playones y caños, con numerosas especies vegetales y animales.

"Por Mompox no se pasa, a Mompox se llega"
Pese a todos los esfuerzos por desarrollar una industria turística, Santa Cruz de Mompox tiene en las pobres infraestructuras de tierra, río y aire el mayor obstáculo para atraer visitantes.

Y es que uno de los brazos del Magdalena que abrazan la villa no cuentan todavía con una navegación constante y comercial.

Por aire, no existen vuelos comerciales habituales, aunque el aeropuerto San Bernardo, inoperante la mayor parte del tiempo, admite pequeños aviones bimotores, y cuenta con instalaciones no aptas para recibir un flujo constante de turistas.

Y por tierra, el viaje se convierte en una expedición de no menos de siete horas. Desde Cartagena de Indias sale un transporte colectivo por unos 35 dólares, mientras que otros prefieren usar su vehículo particular, aunque atreverse a cruzar las carreteras destapadas
-cuando no inundadas- y cruzar en ferry el río Magdalena, es toda una aventura.

Precisamente las lluvias torrenciales y las crecientes del río llegaron a incomunicar el pueblo en 2010 y 2011, dañando algunas casas y poniendo en riesgo la arquitectura.

En este sentido, los momposinos exigen mayores esfuerzos por parte de la administración pública de Santa Cruz de Mompox, la gobernación de Bolívar y el Gobierno colombiano, para blindar la ciudad y proteger este recodo de la historia nacional.

Hay quien teme que la llegada masiva de turistas rompa con el encanto, la magia y la paz de este pueblo, por el que es fácil imaginar caminando a cualquier personaje del Nobel colombiano de Literatura, Gabriel García Márquez.

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