Santa Marta DTCH

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domingo, 9 de octubre de 2011

Recomendaciones para los Candidatos a corporaciones públicas , realizadas por Asesor mundial de campañas políticas

Joseph Napolitan

A propósito del gran debate político que se registra en todo Colombia y en en Especial en las Ciudades de Santa Marta y Ciénaga, a consecuencia de las elecciones del próximo 30 de octubre, donde se elegirán Diputados, Concejales, Alcaldes y Gobernadores, esta tribuna ha querido publicar algunas recomendaciones del asesor mundial de campañas política Joseph Napolitan, quién ha asesorado a candidatos y políticos desde 1956,  trabajado como asesor político en más de 20 países de los cinco continentes.

1. El efecto del “voto al ganador” no existe

La teoría generalmente aceptada de que mucha gente vota al presunto ganador de unas elecciones por estar con quien gana, es falsa. Muchas campañas están dedicadas a demostrar que el candidato ganador es el suyo. Filtran encuestas a la prensa demostrando que su candidato va por delante de los demás, esperando que los electores se movilicen para estar con el ganador. De hecho, ocurre lo contrario. Los seguidores de un candidato que no tiene la victoria asegurada suelen trabajar más, mientras que los seguidores del candidato que tiene las elecciones ganadas tienden a confiarse y se movilizan menos.

2. La cantidad de asistentes a los actos electorales tiene poco que ver con el voto

No quien moviliza mejor a sus seguidores tiene garantía de obtener más votos.

3. Las encuestas son esenciales pero no hay que dejarse engañar por ellas

La única razón práctica para hacer una encuesta es obtener información que ayude a ganar las elecciones. Si la encuesta no va a hacerlo, es mejor gastar el dinero en otra cosa. Quizás la información menos importante de una encuesta es la de quién va por delante un momento dado. No se puede dirigir una campaña sin encuestas adecuadas pero no se puede depender exclusivamente de ellas. Tampoco hay que hacerlas públicas a menos de que haya una rara y extremadamente buena razón para hacerlo.

4. Un partido dividido pierde fuerza

5. La cantidad de dinero a gastar es menos importante que cómo se gasta

Mientras nadie pueda negar que es mejor tener todo el dinero que haga falta para hacer una campaña, no siempre el candidato con más dinero gana las elecciones. Hay muchos factores a tener en cuenta, pero seguro que uno de ellos es cuán eficazmente se gasta el dinero disponible. Es fácil malgastar dinero en campañas políticas –y muchos candidatos lo hacen-. Y ocasionalmente es posible ahogar a un oponente en un mar de dinero. Pero en la mayoría de campañas, considerando que cada candidato tiene al menos la cantidad mínima de dinero para organizar una campaña normal, el probable ganador es el que gasta mejor su dinero.


6. Nunca hay que subestimar a la inteligencia de los votantes ni sobreestimar la cantidad de información a su disposición

El electorado no es estúpido. Pero a menudo no tiene información suficiente a su disposición para tomar la decisión correcta, es decir apoyar a nuestro candidato. No es responsabilidad suya buscar y obtener esa información; es nuestra responsabilidad ofrecérsela, en bandeja de plata si es necesario. Si, al final de una campaña, los votantes no entienden aún lo que el candidato intenta decirles, eso es culpa del candidato, no de los votantes.

7. No hay que subestimar el impacto de una administración impopular

Este es uno de los obstáculos ocultos, cómo tratar de medir el impacto de un partido dividido. Para determinar la actitud de los votantes hay que tener en cuenta que los méritos de los candidatos son muy similares y que si uno representa a un partido cuyo gobierno tiene una imagen impopular es muy probable que pierda.

8. La percepción es más importante que la realidad

Si los votantes creen que el candidato X es un hombre honesto, éste puede robarles sus carteras y salir bien librado; si creen que el candidato Y es un ladrón, será inútil que cuatro cardenales y 16 obispos testifiquen a su favor.

9. Primero hay que proteger el terreno propio

Si se tiene una base sólida de apoyo (p.ej. los barrios populares), primero hay que protegerla, luego hay que tratar de conseguir otros votos. Es también más fácil incrementar el porcentaje de votos en un entorno favorable que obtener el mismo número de votos en un entorno hostil. No hay que dar por sentado el voto de los sectores más próximos.

10. Hay que evitar autodestruirse

Es sorprendente cuán a menudo esta regla sencilla se rompe: no se debe aceptar la derrota antes de cerradas las urbanas, no se debe anunciar un aumento de los impuestos en caso de ser elegido, etc.

11. Los apoyos públicos son buenos pero hay que saber
utilizarlos

La popularidad no es fácilmente transferible. Si el político más conocido de la zona apoya al candidato, ello que no quiere decir que todos sus electores vayan a hacerlo. Utilizados con cuidado y selectivamente los apoyos públicos de políticos, personalidades conocidas o entidades pueden ser de gran ayuda.

12. No se deben hacer promesas exageradas especialmente si se va a ganar-

Esto es especialmente importante si el candidato tiene grandes posibilidades de ganar y piensa presentarse a la reelección. Si promete más de lo que puede cumplir, eso tendrá un coste en la siguiente elección. Aunque la gente olvide las promesas (y alguno seguro que las recuerdan), se puede estar seguro que los adversarios las recordarán. Es mejor ser modesto en lo que se promete, y fijarse metas que se puedan alcanzar razonablemente.
También a veces las promesas son tan exageradas que suenan a falso y erosionan la credibilidad del candidato.

13. Nunca se debe dar nada por supuesto

Este es un consejo muy importante, aun cuando es un consejo casi imposible de conseguir, porque a menudo se depende de la información proporcionada por terceros. Si existen sospechas sobre de que alguna cosa es diferente a lo que parece es preciso despejarlas. La conocida frase: “No hay problema”, suele ser falsa.
Si se pregunta constantemente sobre un tema determinado es muy probable saber si está controlado o no. Y si no es así, sólo cabe esperar que aún haya tiempo suficiente para remediarlo.

14. Cuidado con las soluciones simples a problemas complejos

Si el problema es complejo, lo más probable es que la solución también lo sea.

Hay formas de proporcionar explicaciones sencillas, pero cualquiera que pretenda tener una solución “sencilla” para el crimen, la drogas, el paro, la inflación, la vivienda o cualquier otro problema complejo, está claro que no entiende dicho problema, y mucho menos su solución.

15. Aseguraos de que vuestro candidato descanse

Se necesita un gran ego y un cierto machismo para ser candidato, y a menudo los candidatos sienten que deben mantener su imagen de superman renunciando al descanso y a las vacaciones. Actúan como si fuera inhumano admitir que se cansan y necesitan descanso.

Esto es erróneo. Un candidato cansado es un candidato en el que no se puede confiar, es propenso a cometer errores, se inclina a hablar sin pensar en el impacto de sus palabras, y su aspecto no es desde luego el mejor.

16. El enemigo de tu enemigo no es necesariamente tu amigo

Puede ser cierto en la guerra o en el amor o en la alta sociedad que el enemigo de tu enemigo sea tu amigo –pero seguro que no es así en la política-.
Podría ser cierto pero, en la mitad de los casos, es posible querer guardar una buena distancia con respecto al enemigo de tu enemigo.
A menudo esos “enemigos” o antiguos amigos o partidarios de tu adversario desencantados o enfadados. Quizás incluso tengan una queja justa. Pero la mayor parte de las veces su odio es apasionado, nubla su pensamiento, les anima a proporcionar muchos “hechos” que pueden estar lejos de la verdad.
Recomiendo mucha prudencia en la relación con los enemigos de los adversarios, en especia si son gente que estuvo cercana a ellos. Alguna vez cuando se investiga de cerca, se llega a la conclusión de que pronto pueden convertirse también en enemigos tuyos.
Estas observaciones se aplican principalmente a individuos.
Ciertamente hay situaciones en las que un grupo o asociación o incluso toda una clase social está molesto con un cargo público, o asustado por un aspirante, y quiere trabajar duramente por su derrota. Esta es una situación distinta, y normalmente estos grupos pueden convertirse en grandes ayudas.

17. La intención de voto de una persona es más importante que quién piensa que va a ganar

Esta es una cuestión difícil de meter en la cabeza de los candidatos o de gente con poca experiencia en campañas electorales. Ni siquiera comprendo por qué los expertos en encuestas plantean la pregunta sobre quién cree el encuestado que va a ganar las elecciones, ya que los resultados pueden inducir a la confusión y dar al candidato un falso sentimiento de confianza.
Preferiría siempre encontrarme con personas que digan que van a votar a favor de mi candidato pero que creen que va a ganar el adversario que con personas que van a votar a favor de mi rival pero que creen que mi candidato será el ganador.

18. No confundáis educación con inteligencia

Hay mucho que decir a favor del instinto y de las enseñanzas de la calle en las campañas políticas; no es siempre la gente mejor educada la que más inteligente políticamente.
Casi en todos los lugares en los que he trabajado, y he tenido el privilegio de trabajar en más de 20 países de cinco continentes, de forma invariable me he encontrado con gente con escasos títulos académicos y mucha inteligencia.
Lo mismo sucede con los votantes. Muy pronto en mi carrera
aprendí que jamás se debe subestimar la inteligencia de los votantes o sobrestimar la cantidad de información a su disposición.
Proporcionarles la información es responsabilidad de la campaña electoral; su inteligencia actuará a partir de ella.

19. Las elecciones son como una venta de un solo día

Esta es la razón de que el “timing” sea tan importante en una campaña política. Si estás vendiendo coches, el cliente puede comprar su vehículo hoy, mañana, la semana que viene o el año que viene. Pero el candidato (producto) en unas elecciones (venta) está disponible sólo unas pocas horas de un solo día (el día D).
Hay que conseguir que la campaña esté en su punto álgido lo más cerca posible del día D. Puede ser incluso mejor tener un punto álgido tardío que uno temprano; como mínimo la campaña se estará moviendo en la dirección correcta el día de las elecciones.
Tenemos ciertos controles en el proceso de llegar a la cima, como la compra de espacios publicitarios, el momento de hacer las declaraciones más importantes, y así, aunque no estemos en condiciones de fijar el punto álgido de la campaña justo en el momento que queramos, la forma en que manipulamos dichos controles determinará cuánto nos acercaremos a nuestro punto álgido ideal.

20. Nunca se gusta a todo el mundo

Los candidatos a veces intentan dirigir sus campañas por consenso; creen que pueden agradar a todo el mundo, gustar a todo el mundo, sin enfadar a nadie. Pero eso no ocurre.
Las campañas son una serie de decisiones, muchas de ellas sencillas, algunas difíciles. Cada vez que se toma una decisión difícil, a algún sector de votantes no les va a gustar. Pero si no se toma ninguna decisión, o si se intenta diluir las decisiones tanto como para que pierdan sentido, no gustarán a nadie.

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