Este corregimiento de Dibulla, La Guajira, recibe decenas de visitantes que llegan atraídos principalmente por el ecoturismo. Muchos se han quedado a vivir allí.
A 9.408 kilómetros de su tierra natal, los italianos Chiara Brizzolari y su novio Aaron Selva aseguran que encontraron el lugar perfecto para vivir y trabajar, pero sobre todo, para disfrutar de las maravillas que ofrece la naturaleza.
Ellos viven en Palomino, corregimiento del municipio de Dibulla, en La Guajira, adonde llegaron por primera vez como turistas, en 2012, después de recorrer varios lugares de Colombia, el primer país de Suramérica que escogieron para pasar sus vacaciones.
En esa ocasión, la pareja quedó enamorada de este pequeño paraíso que se ha convertido en el destino turístico más apetecido por europeos y norteamericanos, principalmente.
Además de las playas que en ocasiones están restringidas por el fuerte oleaje, en este nuevo destino turístico se puede disfrutar del río Palomino sobre un inflable, pero además, avistar aves o caminar por las zonas indígenas.
El visitante encuentra hostales y hoteles con tarifas accesibles (ver recuadro) que ofrecen hospedaje individual o para grupos.
“El lugar ideal”
Cuando Chiara Brizzolari habla de Palomino sus ojos azules se le iluminan. “Este es un lugar bello, aquí me siento muy feliz”, asegura.
Chiara Brizzolari y su novio, Aaron Selva.
Cuenta que durante unos dos años no pudo olvidar el lindo color verdeazul del mar, la arena blanca y las palmeras que forman un cuadro perfecto que contrasta con la vegetación verde. Tampoco olvidó el río Palomino donde pudo bañarse, mientras admiraba la inmensa montaña que hace parte de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Por eso fue que hace año y medio ella y Aaron decidieron volver para quedarse. “Primero llegamos a Antioquia, nos quedamos una semana en casa de un amigo, luego pasamos dos meses en Barranquilla con una pareja que tiene un hostal. Había que aprender del negocio.
De la capital del Atlántico viajaron a Palomino, donde hace ocho meses construyeron el hostal Prima Luna, como se llama la pequeña localidad donde vivían en Italia, de una población de 1.916 habitantes.
Chiara cuenta que allá ejercía su profesión de abogada y su novio Aaron tenía un bar, pero aunque vivían juntos no coincidían en el tiempo libre. “Cuando yo descansaba a él le tocaba trabajar y viceversa, además tenía que viajar una hora diaria para ir al trabajo, lo que me quitaba mucho tiempo”, explica, tratando de buscar las palabras exactas en español.
Todo eso quedó atrás porque vendieron el bar y con el dinero comenzaron esta nueva vida en la población guajira, que tiene unos 4.200 habitantes. Palomino tiene asentamientos indígenas kogui, arhuacos y wiwas.
La pareja dice que ahora disfrutan una vida más relajada, sin estrés . “Tenemos dos patrias, Italia y Colombia”.
Así le pasó al ibaguereño Oscar Frye, quien hace cuatro años es dueño del hostal Villa Marlen, un negocio familiar que comenzó cuando junto a su familia decidieron dejar de venir en vacaciones para instalarse definitivamente en Palomino.
El corregimiento recibe de manera permanente visitantes de Francia, Italia, España, Estados Unidos y Canadá, que buscan admirar el azul del mar y practicar ecoturismo.
Los visitantes colombianos llegan casi siempre en familia, mientras que los extranjeros en su mayoría ,viajan en pareja, pero que son constantes durante todo el año, aunque en temporada alta el lleno es total.
Otro que se queda
El profesor de inglés procedente de Ohio, Estados Unidos, Mason Tomas Rabbit llegó hace tres semanas a Palomino, en donde decidió que su nombre en español sería Tomás Conejo porque asegura que se quedará trabajando como recepcionista en el hostal de propiedad de Chiara y Aaron.
Mason dice que el año pasado quería conocer Colombia, llegó a Barranquilla y de ahí a Barbosa (Antioquia), donde le ofrecieron un trabajo como profesor en un instituto de idiomas, pero no aceptó, así que se vino para este destino guajiro, donde se quedará definitivamente.
“En Barbosa la oferta era buena, pero tenía que levantarme a las 3:30 de la mañana para llegar a tiempo a Medellín. No me vi acostumbrándome a eso, así que me vine para acá”, explica.
En Barranquilla conoció a Chiara y a Aaron que le ofrecieron trabajo en el hostal, pero al mismo tiempo, afirma que enseñará inglés a los pobladores de Palomino sin cobrarles un peso.
Pero si bien el paisaje de este corregimiento es elogiado constantemente por los turistas, el corregimiento tiene algunas dificultades en materia de servicios de acueducto y alcantarillado mientras que los cortes de energía eléctrica son una constante.
Por eso es explicable que los dueños de hostales tengan sus pozos profundos, tanques elevados y plantas eléctricas.
Corregir errores
El corregidor Bladimiro Redondo Bermúdez asegura que además falta aplica medidas preventivas en las playas para que el turista conozca la época del año en que deben de abstenerse de ingresar al mar por las mareas altas. En lo que va corrido de este 2016, cuatro personas han muerto ahogadas en esta zona.
Dice que en promedio hay unos 100 hoteles u hostales, en su mayoría de personas que no son de la región y en un 70% de extranjeros que se han quedado. “En cada uno de estos lugares, trabajan entre 3 y 4 personas de la región, un hecho positivo para Palomino y también para Mingueo, que queda muy cerca”, explicó.
Explica que el servicio de agua lo presta la empresa Aguas de Dibulla, pero de manera sectorizada y asegura que se están ejecutando trabajos para mejorar el bombeo y la cobertura.
El buen momento turístico de este paraíso guajiro también ha servido para que ciudadanos de otras regiones de Colombia lleguen en busca de empleo.
Así le ocurrió a Alejandro García Betancourt, 23 años, oriundo de La Dorada (Caldas) quien llegó hace año y medio en busca de trabajo y se quedó. “Tengo una moto para transportar a las personas, pero también presto servicio de tubbing en el río Palomino, que es un paseo en un inflable para ver las aves, los animales y disfrutar del lindo paisaje”, explica.
García dice que también ofrece cabalgadas, paseos por el pueblo indígena a turistas de lugares tan lejanos como Japón, Israel, Holanda y México. “Quienes vienen aquí es porque lo han visto en internet, pero también porque otros les recomiendan el lugar y así van informando a los amigos y familiares”, añade.