Santa Marta DTCH

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sábado, 7 de octubre de 2017

¿Quién es el hombre que cuida los carros en la Plaza Padilla de Riohacha?



Al llegar a la plaza Padilla de Riohacha, se escucha un hombre que grita constantemente: “ey guay, deja la moneda”, “ey moto, cuádrala bien que ahí cabe un carro mi llave”, “aguanta ahí, dale ahora sí que no viene carro”. Su voz retumba por todo el lugar mientras camina por la acera de la calle cuarta y la carrera 8.

Los propietarios de carros saben que cuando se parquean, un hombre delgado, moreno, que usa ropa holgada y muestra el rigor de sus canas, se les acerca para comunicarle que su vehículo estará seguro.

Una serie de cartones que coloca sobre el vidrio panorámico son como el sello de protección del vehículo, por medio de estos, se evita que la radiación solar penetre la conocida zona del piano, donde se ubica el volante, los controles, las rejillas de aire acondicionado y otros elementos. Además, quien vea los cartones, y tenga intenciones de cometer algún hurto, sabrá que hay ojos vigilantes sobre el carro o la moto.

Su nombre es Tilson Antonio Granado Bolaño, tiene 57 años de edad, y es oriundo de Ciénaga, Magdalena. A sus 17 años llegó a Riohacha, donde trabajó vendiendo pescado frito, chuleta de cerdo y carne asada en los buses de pasajeros y en sitios concurridos de la ciudad.

Con la crianza y la ayuda de abuela logró estudiar hasta tercero de bachillerato en el Liceo Almirante Padilla, para después seguir en varias labores.

“Yo llevo ya 18 años cuidando carros en el parque, la gente me conoce y todo el mundo me dice: oye guay pónmele el cartón, y yo salgo corriendo y se lo pongo. Yo llegué aquí en remplazo de un señor que dejó esto tirado porque le pidieron un favor, que fuera consignar una plata y se voló con el billete y no volvió más”.

No es wayúu, pero muchos le dicen “guay”, un sobre nombre característico para los hombres de esa etnia. Otros le dicen “Ciénaga”, por su lugar de nacimiento.

Las sumas de dinero que le dan los conductores van de desde los 200 pesos hasta los diez mil pesos. En días malos, logra facturar unos $12.000, mientras que en día bueno llega a ganar hasta $50.000. Algunos le pagan sus servicios semanalmente, otros lo hacen mensualmente. Cuando inició sus labores, lo hizo en el parque Nicolás de Federmann o ‘parque de los cañones’. En ese entonces aprovechaba la temporada de afluencia de turistas para ofrecer sus servicios.

“Un buen cuidador de carros debe tener seriedad, para que la gente confía en uno; eso es muy lindo. Tiene que estar pendiente a los carros todo el día, que no se pierda una antena, una copita de rines. En muchas partes dejan un carro y le quitan todo. Yo saludo con cariño al chofer, si tiene me da y se lo recibo bien, sino tiene también, no pasa nada, le digo que pa’ la próxima”, señaló.

A Tilson no le gusta mendigar, trabaja duro para su sustento diario y comparte su dinero con sus familiares. Tiene dos hijos mayores de edad que viven en Venezuela y su abuela aún vive. Afirma con orgullo que le gusta ayudarlos en lo que necesiten, y no duda un momento en hacerle favores a los vecinos de la plaza.

Es el dueño y señor del negocio de la vigilancia de los carros en la zona, no le gusta que otro intente robarle la plaza. “A veces hay atrevidos que se quieren meter, pero yo los quito enseguida, y me respetan”.

A sus 57 años, quiere seguir ejerciendo este oficio, se considera un amante de la plaza Padilla y anhela seguir compartiendo sus experiencias con nuevos conductores que surjan en el camino.

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