Santa Marta DTCH

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martes, 15 de agosto de 2017

El apicidio en Colombia


Por: José De Jesús Tejada Maury. 
Cuando John R. Malthus planteaba el control de la población como una necesidad, pareció algo tan insignificante que no dejó de ser más que una mera clase de un catedrático izquierdista con algo de santidad y otro poco de satanidad, hoy cuando tenemos adportas “el gran plan” no sólo para controlar a las poblaciones secando ríos, deshelando páramos, destruyendo la tierra, contaminando las aguas con el oscuro fin de acabar la biodiversidad y toda forma de vida y algo más estratégico, controlar a la población mediante el monopolio de alimentos pero aún algo más serio en el trasfondo no sólo controlar alimentos, sino elaborarlos y producirlos cargados de tóxicos y sin nutrientes.

Durante siglos la abeja ha venido cumpliendo su función dentro de la cadena trófica, es la abeja la responsable de la conservación de bosques, la producción de alimentos naturales y orgánicos, las trasnacionales de la comercialización de semillas transgénicas plantea el mundo sin polinización mediante el uso de semillas con herbicidas y resistente a plaguicidas en altas dosis , dichas semillas impiden por un lado que las plantas a través de las bacterias asimilen el nitrógeno de la atmósfera y reciban alta dosis de tóxicos razón por la cual la alimentación queda sin aminoácidos esenciales y por ende afecta la salud debido a la función de los aminoácidos esenciales que no los produce el organismo sino que los adquiere a través de la dieta. La muerte y extinción de las abejas la decreta el gobierno nacional con la Ley 1032 de 2006 gobierno de Álvaro Uribe Vélez y no sólo esto, sino que permitió que una de las cinco necro -transnacionales apicidas como Monsanto fuera juez y parte como integrante dentro de la junta directiva del ICA.

El objetivo de asesinar a las abejas con la Ley 1032 de 2006, es para imponer la comercialización de las semillas con el gen terminador (semillas estériles), para penalizar la agricultura tradicional y entregar la soberanía alimentaria del país, para controlar y enfermar a la población de nuestro país.

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