Santa Marta DTCH

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domingo, 15 de mayo de 2016

Un sabio en el corazón del mundo


El Mamo Arwa-Viku Crispín Izquierdo Torres (nacido en Bezameina, el 18 de abril de 1950) rompe el silencio del Claustro de Santo Domingo en Cartagena, con un enorme caracol que devuelve al aire la cadencia de las olas.

Hace poco deshizo otro silencio en uno de los auditorios del antiguo convento, pero antes de hablar, se estallaron los bombillos, como si el ímpetu secreto y misterioso de la Sierra Nevada de Santa Marta se elevara hasta los circuitos eléctricos. Él no se inmutó porque lo más natural del mundo es que el corazón de un hombre sabio, como hijo de la madre Tierra, agite con su energía los silencios del universo.

Su nombre ancestral Kogui, significa Fuerza de la Luz. Ha sido desde que era un niño, un elegido de la comunidad Kogui, como un depositario de la sabiduría de sus antepasados, guardián de la madre Tierra, líder espiritual del Consejo Mayor de Autoridades Tradicionales de la Sierra Nevada de Santa Marta. Ha sobrevivido a cuatro atentados y es una de las figuras emblemáticas de la comunidad Kogui, solicitado en cuarenta países del mundo para dictar conferencias sobre su conocimiento milenario.

Un Mamo es la síntesis de un médico ancestral, un guía espiritual, un sacerdote de la comunidad, pero es en esencia, un clarividente, un sabio elegido por el tiempo y el alma de la tribu. El Mamo Arwa-Viku Crispín Izquierdo piensa, habla y actúa como un legítimo poeta. Basta escucharlo. Al principio estaba el mar, vuelve a recordar, y el mar estaba en todas partes. Su voz inunda el aire con el latido de la memoria. 

Había una inmensa oscuridad. “Nosotros venimos de la oscuridad y el silencio”, dice. “El 85 por ciento de nuestro cuerpo es agua. Y el 85 por ciento de la Tierra es agua. Somos una micromilésina partícula de la Tierra. Nosotros le pedimos perdón y permiso a la Tierra para pisarla. Y le pedimos permiso al árbol para cortarlo. Cada día uno de nuestros ejercicios es bajar de la Sierra Nevada de Santa Marta con una rama de lo alto para arrojarla a las aguas del mar, y cogemos unas conchas y uns piedrecitas y las llevamos a lo alto. Así conversa el mar con la montaña. Nuestra vida son las ofrendas y los pagamentos. Hay 45 mil plantas medicinales en nuestro patrimonio. Los Koguis morimos de viejos como deben morir todos nuestros Hermanitos Menores, y toda la humanidad. Tengo un tío que tiene 130 años. 

Hace poco se reunieron en asamblea 400 mujeres de la Sierra Nevada de Santa Marta. Las mujeres son la voz de nuestra madre Tierra. Nosotros somos guías y las acompañamos, pero ha llegado la hora de que el mundo escuche la voz de las mujeres”. Coque Gamboa, el fotógrafo colombiano que ha acompañado al Mamo Crispín Izquierdo por su travesía por el mundo, por África, Asia, América Latina, compartiendo los secretos de su sabiduría, confiesa que “el Mamo Crispín es un hombre maravilloso, sencillo, humilde. En Perú dejó perplejos a los antropólogos e investigadores cuando lo llevaron a la tumba de Túpac Amarú, y en un instante revelador, el Mamo deslizó su mirada por las piedras y las hojas que arrastraba el viento: “Túpac Amarú no está enterrado aquí”, dijo para asombro de todos. Y se dejó llevar por la mirada de los ancestros: “Es aquí”. Fue un acontecimiento histórico, como su llegada al África y su recibimiento espiritual en las comunidades africanas”. El Mamo ha conversado con líderes espirituales del planeta, y confiesa que “hay mucha cercanía entre nuestra manera de pensar y comprender el mundo y ciertas culturas en África y Oriente, pero se cometen muchos errores. El primer gran error es no sentirse hijo de la Tierra”.

Los Mamos

El Mamo Arwa-Viku Crispín Izquierdo es también un médico ancestral que sana los dolores de este mundo con la sabiduría de 45 mil plantas medicinales. Dice que entre su comunidad Kogui nadie muere de estrés, sino de viejo. Su tío, por ejemplo, tiene 130 años. Mastica la hoja de coca y asciende a los alto de la Sierra Nevada de Santa Marta, con pasos firmes y serenos. Le pide perdón a la tierra que pisa y a los pájaros. Cuando está frente a un edificio, cierra los ojos y pide perdón por el inmenso sufrimiento que ha ocasionado el hombre al forzar la tierra a convertirse en una pirámide de cemento. Su conocimiento filosófico es deslumbrante.

FUENTE: EL UNIVERSAL

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