Las tres principales urbes de la costa norte se unirán para obtener ventajas y superar obstáculos.
Ya era hora.
El otro día vino a visitarme Bruce MacMaster, que fue alcalde de Cartagena y es el presidente de la Andi, el gremio empresarial, para contarme en detalle el proyecto de unir las ciudades del Caribe colombiano, que se anunciará, a finales del mes entrante, en un encuentro convocado por más de treinta dirigentes de la región y el país.
Cinco días después, y sin que hubiera conexión alguna entre las dos cosas, se reunieron los ocho gobernadores de este territorio –incluyendo el del archipiélago de San Andrés– y acordaron crear la ‘Región Administrativa y de Planificación del Caribe’.
Fue entonces cuando recordé aquel célebre episodio de la historia de Estados Unidos. A finales del siglo dieciocho estaban conversando en Filadelfia los patriotas que combatían por la libertad de su país. Un delegado de Boston pidió que le explicaran por qué era necesario unir todas sus tropas, si también podían luchar por separado.
Se puso de pie el gran Benjamin Franklin, uno de los padres fundadores de la nación, y tomó un libro que había en aquel salón. Era pesado. Lo apretó con ambas manos, entre las dos tapas, y, haciendo una fuerza descomunal, trató de romperlo. No pudo porque era muy grueso. Los demás lo miraban en silencio. Entonces, sin ningún problema, Franklin empezó tranquilamente a romper hoja por hoja, una por una, y ahí sí pudo.
—Ya entendí –exclamó el delegado bostoniano.
Un celular de 16 países
En su morral de estudiante de bachillerato, MacMaster carga gráficos, investigaciones, estadísticas, dibujos. Me dice, mientras rebusca en aquel promontorio de papeles, que el desarrollo se ha vuelto un verdadero mapamundi.
—El ejemplo perfecto es este teléfono celular –dice, mostrándome el suyo–. ¿Dónde lo fabricaron? En todas partes. Sus piezas son hechas en 16 países distintos. ¿Qué tenía que haber hecho Colombia para que una de esas 16 piezas fuera hecha aquí? Tenemos que meternos en el mapa de la competencia mundial.
En el mundo de hoy ya no se habla de desarrollo nacional sino regional. Las grandes inversiones se hacen ahora por regiones. La suma de las riquezas regionales es la que hace la riqueza del país.
“Un caso elocuente es el de Veracruz –agrega el presidente de la Andi–. Tiene en el Caribe el puerto comercial más importante de México y, para lograrlo, se unió con todas las ciudades vecinas”.
¿Y Colombia?
Según las investigaciones de la Superintendencia Nacional de Puertos, los 35 terminales situados en el mar Caribe mueven hoy el 89,6 por ciento de todo el comercio exterior colombiano. El 10 por ciento restante corresponde al Pacífico.
Como si fuera poco, el Caribe colombiano es la puerta de entrada a la América del Sur. “Por eso –remata MacMaster– llegamos a la conclusión de que el Caribe es la región ideal para lograr que Colombia se vaya poniendo en el nuevo mapa del desarrollo mundial”.
La idea es unirse en torno de ese proyecto. Fue así como surgió la Ciudad Caribe Colombia, que yo llamo la ‘triple C’. El primer desafío que enfrentaron sus promotores, en un territorio históricamente individualista, fue crear conciencia de unión, comenzando por la unión de ciudades.
La primera etapa empezará con Barranquilla, Cartagena y Santa Marta, “que es donde se genera la gran actividad económica con ventajas competitivas, y luego ampliaremos esa plataforma a toda la región, incluyendo San Andrés y el Urabá antioqueño, que también es parte del Caribe”.
Los problemas
De antemano, los promotores de Ciudad Caribe Colombia saben de qué tamaño son los contratiempos con que se van a enfrentar. “El primero es la corrupción, que se carcome todo lo que hacemos”, comenta MacMaster. “El conjunto del país percibe que esa lacra es peor en el Caribe que en el resto de Colombia. Es una vergüenza”.
Otro problema gravísimo del Caribe es la ausencia de liderazgos efectivos y confiables. “La falta de compromiso con nosotros mismos es evidente. No hay líderes. Tenemos que asumir objetivos comunitarios”.
La lucha que le espera a la Ciudad Caribe Colombia es larga y compleja. Todavía no hemos mencionado la pobreza y las inequidades sociales que en el Caribe son más hirientes que en el resto de la nación.
Como una simple muestra, como un botón apenas de lo que está pasando, miren lo que viene a continuación.
Inequidad y pobreza
La pobreza es la peor desgracia social del Caribe. Las estadísticas, que son frías y desalmadas, lo demuestran: en el año 2002, la falta de dinero entre los colombianos era del 50 por ciento y hoy, del 28 por ciento. Pero en el departamento del Magdalena ahora es del 48,1 y en Bolívar, del 39,9. Atlántico, al que mejor le va en toda la región, solo en el 2016 se puso en el mismo nivel nacional.
El hacinamiento humano es otra confirmación elocuente de la pobreza: en este momento, el promedio nacional es de 3,7 habitantes por cada hogar, pero en el Caribe sube a 4,4. Lo cual, naturalmente, se refleja en las necesidades básicas insatisfechas que tiene la gente: en el promedio nacional son del 27,8 por ciento, pero en el Caribe llegan al 49 por ciento.
—Nada de lo que estamos soñando con la Ciudad Caribe Colombia será posible si no mejoramos estos indicadores –añade MacMaster.
Un aliado: la geografía
Él sabe que las martingalas políticas podrían ser un obstáculo para la Ciudad Caribe Colombia. “En el Caribe, con más fuerza que en el resto del país, la percepción de la gente es que los intereses políticos van por un lado y los intereses comunitarios van por otro. Eso hay que cambiarlo. Es la ciudadanía la única que puede hacer esa transformación de su dirigencia política”.
—Una clave fundamental para que progresen las regiones modernas –me explica Mac Master– es que las distancias entre sus ciudades no sean tan grandes.
Ese es un aliado que tenemos en el Caribe. Entre Cartagena y Santa Marta, pasando por Barranquilla, hay el mismo trayecto que tiene en su área una ciudad como Los Ángeles. O como Miami, que es mejor ejemplo, porque también es Caribe y más cercana a nosotros.
Cultura como industria
Otras ventajas: el turismo, las áreas marinas y costeras, islas, ciénagas, humedales, bosques, manglares. “Sin desarrollo económico no habrá desarrollo social –añade MacMaster– porque las dos cosas van de la mano. Pero lo que la Ciudad Caribe Colombia tiene que hacer es dedicarse a la industria de la cultura”.
Así es. Se trata de vender más en el mundo lo que produce Colombia entera, que haya más trabajo, menos pobreza, más educación. “Pero también hay que desarrollar el turismo, el medioambiente, la cultura, el entretenimiento. Ese es uno de los factores más valiosos de la nueva economía internacional, la ‘economía naranja’, como la llaman ahora”.
Se nota a leguas que Bruce MacMaster tiene puestas todas sus ilusiones en ese proyecto. Sueña con los ojos abiertos. “Junto con ese progreso cultural, vendrá la seguridad alimentaria. No le quepa duda: el futuro del mundo será dominado por la comida y el agua. El poder, cuando la energía petrolera sea superada, lo tendrán quienes produzcan agua y alimentos. Ese será el factor que unirá a todos los ocho departamentos de la región con las tres primeras capitales de Ciudad Caribe Colombia”.
En todo el país
Que quede claro, desde ahora, para este país lleno de maliciosos y desconfiados: no se trata solo de la costa Caribe. “Lo que queremos es empezar por la parte que está más cerca del mar”, explica MacMaster, “y que el fenómeno de las regiones se vaya extendiendo por todo el país”.
¿Por qué no se pueden unir, pregunto yo, el Valle del Cauca, Cauca, Nariño? ¿O Antioquia y sus vecinos paisas con las costas del Chocó? ¿Y la Amazonia con los llanos? ¿Santander, Norte de Santander, Arauca? ¿Bogotá y Cundinamarca con Boyacá, Meta, Huila, Tolima? ¿Y todos los demás? ¿Por qué no?
Ya es hora de ponernos a trabajar en serio en vez de seguir peleando tanto y en vez de seguir malbaratando nuestras energías, como ahora, dedicados día y noche a corear las peloteras de los políticos.
El lanzamiento de Ciudad Caribe Colombia se hará el 26 y 27 de mayo en el Centro de Convenciones de Cartagena. El conferencista principal será el reputado profesor Ricardo Hausmann, director del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard.
Epílogo
De ese encuentro saldrá una declaración y se emitirá la primera agenda de trabajo, porque la cosa es trabajando. “Hemos invitado a todos los gobiernos locales de la zona –concluye MacMaster– para que reciban el plan de acción y lo pongan en marcha”.
Me alegra ver que entre los convocantes figuran centros académicos, la sociedad civil, fundaciones, investigadores y expertos, intelectuales, escritores y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), presidido por Luis Alberto Moreno, que también es colombiano.
De hacer el desarrollo por regiones se viene hablando hace mucho tiempo en Colombia, pero los intereses mezquinos de los políticos no han permitido que sea una realidad. Es hora de empezar. Ojalá esta crónica sirva para algo.
Mientras llega la fecha, yo también abro los ojos y empiezo a soñar despierto con el día en que haya equidad y justicia y empleo y educación. Es decir: con el día en que los niños colombianos no se mueran de hambre, como en La Guajira.
JUAN GOSSAÍN
Especial para EL TIEMPO.