Santa Marta DTCH

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domingo, 14 de junio de 2015

Lo nuevo de Santa Marta y más allá



La ciudad más antigua de Colombia ha protagonizado un cambio evidente en los últimos años, y poco a poco deja de ser solo una especie de "alternativa" a la más famosa Cartagena de Indias. Estas son algunas de las razones para llegar a esta urbe histórica e ir mucho más allá. 

COMO EN FAMILIA

El hotel boutique Don Pepe, a pasos de la costa y a dos cuadras de la Catedral de Santa Marta, es como un viaje a otra época: por fuera, la casa es blanca, discreta. Si el nombre del hotel no estuviera grabado en una placa, uno pasaría de largo frente a esta construcción de 1529: originalmente residencia de dominicos, la casona de cuatro pisos fue restaurada por Antonio de Arévalo y Esteban (el mismo que construyó las murallas de Cartagena de Indias), enfrentó un terremoto en 1831 y fue rematada a comienzos del siglo XX. En 1996, la construcción fue adquirida por José Benito Vives y su esposa Silvia Rosa Campo (hija del ex presidente colombiano José María Campo), pero él murió dos meses después. Es José Ignacio, arquitecto y cuarto de los diez hijos de ese matrimonio, quien la convirtió en hotel en febrero de 2013.

Los Vives son una familia conocida en Colombia (también controvertida), y quizá el más popular sea Carlos Vives, el músico de vallenato, primo del arquitecto y pasajero frecuente del hotel, que se ha quedado varias veces en la suite presidencial. Las otras habitaciones del hotel están inspiradas en la propia familia y llevan los nombres de los hijos de Don Pepe, entre otros toques personales. Además, hay jacuzzi al aire libre en algunas de las más exclusivas, y todo está decorado con muebles y antigüedades familiares. Lo que no hay que perderse es la terraza en la azotea: con un trago de la barra y apreciar la vista hacia el centro con la Catedral de fondo. CL 16 #1C, Barrio Centro; hotelboutiquedonpepe.com

DE Nueva York A SANTA MARTA

Melissa Ford decidió cambiar su vida de diseñadora en una oficina neoyorquina por un pequeño restaurante en Colombia luego de un viaje por Sudamérica que hizo en 2009 y donde conoció a David Álvarez, con quien decidieron emprender esta aventura culinaria. Como querían un nombre representativo, apostaron por una fruta local -Lulo-, y luego combinaron sus experiencias -diseñadora y arquitecto- para crear este lugar en un pequeño callejón de la ciudad, más vinculado a indigentes y hasta ladrones que a buena gastronomía. A una cuadra del Parque de los Novios, Lulo es ahora uno de los hitos más populares del sector gracias a su mezcla de arepas y jugos con toque gourmet. Pequeño, naranjo, con una barra y pocas mesas, la especialidad es la arepa con pulpo o camarones y el desayuno Santa Ana, que incluye panini de tomate, berenjena, plátano y ensalada. Cra. 3 #16-34, Callejón del Correo, Centro Histórico; lulocafebar.com

EL REGRESO DE UN CLÁSICO

En remodelación durante seis años, por problemas estructurales, el renovado Museo del Oro Tairona Casa de la Aduana, en la Plaza Bolívar, pleno centro de la ciudad, es una experiencia que se puede visitar desde el año pasado. Aquí tienen una notable colección de piezas históricas -el mismo edificio tiene un largo currículum-, pero uno de sus hitos esenciales es que Simón Bolívar estuvo aquí como huésped y luego volvió para ser velado. El Museo tiene cuatro salas reacondicionadas y dedicadas a diferentes épocas, desde las culturas prehispánicas hasta la vida de hoy de la gente de Magdalena (el departamento que incluye a Santa Marta). Aproveche la vista a la bahía desde las ventanas del segundo piso. Carrera 2 con Calle 14.

SABOR PERUANO

Fabián Rodríguez decidió un día aventurarse en Santa Marta con la cocina peruana, y junto a su mujer, Ana Rosa Álvarez, crearon Machu Picchu, una pequeña cevichería en el centro de la ciudad. El local, único en la zona, tuvo tal éxito, que pronto se quedaron chicos y debieron ampliarse con otro proyecto: Rocoto, un restaurante de inspiración peruana, pero en cuyo menú también sumaron toques de sabor típicamente colombianos (en algunos casos, con detalles tan sencillos como acompañar los platos principales con arroz de coco o caramelo de plátano). Y hace poco abrieron un nuevo restaurante en Valledupar, a unas cinco horas de Santa Marta, y se preparan para retomar el concepto de Machu Picchu y abrir una cevichería frente a la playa, en el edificio Tesoro Mar. Cra. 2 #19-15.

TROTAMUNDOS GOURMET

A Babaganoush no se llega por casualidad. A la entrada de Taganga (diez minutos en taxi aproximadamente desde Santa Marta), antes de llegar a la costa, se encuentra un pequeño centro comercial y un cartel desteñido que indica al restaurante: hay que subir por un costado para llegar a uno de los locales con mejor vista del sector, desde un local completamente de madera, con techo de paja y segundo piso algo más privado. Apenas entre, puede que vea a un hombre corpulento que va de un lado a otro. Rubio, ojos azules, acento difícil de descifrar, Patrick Verdegaal es holandés, y luego de estudiar gastronomía en Ámsterdam y trabajar en Suiza, entre otros lugares, se mudó a Buenos Aires. Estaba en eso cuando vino por cinco semanas a Colombia, llegó a Taganga, conoció a su mujer y poco después ya se había cambiado. Tras un paso por el restaurante del hostal Casa de Felipe, uno de los más reconocidos del sector, decidió abrir -hace solo unos años- Babaganoush, donde cambia el menú cada dos semanas y tiene al menos un imperdible: la sopa de ahuyama, con leche de coco y cilantro, además del propio babaganoush, una pasta hecha de berenjenas que se unta en baguette. Cra. 1C #18-22, 3er piso, Centro de Buceo Tayrona, Taganga.

EL MEJOR MIRADOR

Desde la costa, es necesario tomar una lancha y rodear el monte que está frente al pueblo de Taganga. Deben ser unos siete minutos de viaje, hasta que empiezan a aparecer pequeñas cabañas inspiradas en las chozas de los kogui, una etnia originaria de Colombia que vive en la Sierra Nevada. Cuando se sube la escalera hasta la entrada del eco resort Jaba Nibue, lo primero que se ve a la izquierda es una piscina con bar y varias parejas mirando el atardecer desde dentro del agua.

Desde que era niño, Juan Pizarro venía a este mismo lugar y observaba el mar con su padre. Ambos pensaban entonces: "Qué chévere un hotel acá". Ahora, Juan Pizarro maneja el hotel que está donde hace veinte años tenían una pequeña casita. Este hotel tiene poco más de un año, fue diseñado por el tío de Juan y su nombre quiere decir, en lengua kogui, "el mar es la madre de todos". Jaba Nibue es ambientalmente sustentable, reutiliza sus aguas -tan escasas en Taganga- y se nutre de electricidad con paneles solares. Con ese espíritu, el hotel es especialmente popular entre parejas, y ya tienen planes de expansión. Playa Grande, Taganga; ecoresortjabanibue.com

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