Santa Marta DTCH

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sábado, 14 de febrero de 2015

Una montaña llena de sabiduría



A orillas del Caribe colombiano coinciden dos mundos que no tienen por qué reñir: el de los indígenas Kogui, ecologistas por naturaleza, y el de los científicos que estudian los efectos de la contaminación y el cambio climático.

La Sierra Nevada de Santa Marta es para los Kogui “el corazón del mundo”. Esta reserva indígena y natural, con 17 mil kilómetros cuadrados de extensión, un poco más grande que Turingia, es la montaña más alta del mundo a orillas de un mar: 5.775 metros.

El pueblo Kogui, de unos 10.000 miembros, comparte la Sierra Nevada con otras tres etnias. Su universo está compuesto por una gran familia, en la que los “occidentales” somos sus “hermanos menores”, a los que aún hay que recordarles que la Tierra no se debe destruir. Pero también de los hermanos menores se aprende: cómo hacer negocios con Europa, por ejemplo, aunque guardando las reglas Kogui del respeto a la naturaleza.

Cada grano de café es ”bendecido”


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El concepto Kogui de la economía es parte de la ecología. “Mientras para nosotros la economía apunta al máximo rendimiento, para los Kogui todos los productos agrícolas que producen, como el cáfe silvestre, que han empezado a exportar a Alemania, hacen parte armónica de la naturaleza protegida por una aura espiritual”, explica a DW Jorge Mario Ramírez López, asesor en desarrollo sostenible y empresarial indígena.

Por eso cada grano de café que sale para Alemania es “bendecido” por el Mámo, una especie de sacerdote que también es la autoridad civil y jurídica de la comunidad Kogui. El concepto ambientalista de la economía Kogui es tan lógico que parece revolucionario: la calidad es la prioridad, no la cantidad. Una visión de responsabilidad con la naturaleza que fascinó al alemán Oliver Driver, quien pronto venderá en Alemania unas 20 ó 30 toneladas anuales de Café Kogui, por el que está dispuesto a pagar más y, en un futuro, como un producto totalmente hecho por los Kogui. “Un concepto digno de apoyar y ampliar”, cree Ramírez.

La maquinaria para la producción de café silvestre cultivado por los Kogui ha sido suministrada por los Gobiernos de Alemania y Colombia. Ahora solo faltan los consumidores alemanes que estén dispuestos a pagar lo que realmente vale el café Kogui, cultivado en la Sierra Nevada de Santa Marta, “una montaña desde donde los indígenas luchan por conservar el universo”.

ECMarin: Centro de Excelencia de la Investigación

Justo a los pies de esta mítica montaña, aislada de los Andes en el noreste colombiano, Alemania y Colombia mantienen uno de los centros de investigación marina y ecológica más importantes del mundo.

“Gracias a una exitosa experiencia de más de 50 años de trabajo conjunto de científicos de la Universidad de Gießen y universidades colombianas, el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD) escogió a Santa Marta como sede de ECMarin, uno de los cuatro Centros de Excelencia de la Investigación de Alemania en mundo”, recuerda a DW su director, Thomas Wilke, profesor de Biología de la Evolución y Biodiversidad, de la Universidad de Gießen. Una inicativa promovida por el Ministerio alemán de Exteriores, desde 2009 y cofundada por Colciencias, en Colombia.



¿Por qué en Colombia?

La elección de este país latinoamericano como centro mundial de estudio y pedagogía de ciencias marinas, ecología y economía tiene más razones: Colombia es uno de los 5 países megadiversos del mundo. Sus selvas y mares Caribe y Pacífico son grandes plataformas de estudio.

“El ECMarin es un centro de investigación multidisciplinario que incluye a biólogos marinos, químicos, geólogos y socioeconomistas que investigan las causas y los efectos de la contaminación ambiental en uno de los seres más sensibles de la naturaleza: los corales”, explica Wilke.

“El calentamiento de los océanos y su creciente acidez afectan los ecosistemas. Nosotros analizamos y cuantificamos cuáles son los efectos de estos factores. En Santa Marta, por ejemplo, la contaminación marina proviene también de la sedimentación de los ríos, la sobrepesca y el polvo residual de la explotación de carbón mineral”, dice el profesor de biodiversidad, Thomas Wilke.

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