Llegar hasta Pueblito o Chairama, en el idioma de nuestros hermanos mayores, es un privilegio. Ubicado a unos 3.000 metros sobre el nivel del mar, separado por hora y media de camino o dos si haces varias paradas, esta ciudad abandonada en donde vivieron en total paz y armonía con la naturaleza el valiente pueblo Tayrona, transmite el avanzado nivel tecnológico y de ingeniería que ellos desarrollaron.
Es aconsejable iniciar el camino saliendo desde el Cabo San Juan de Guía y preferiblemente con una noche de descanso desde la llegada al Parque Nacional Natural Tayrona. Hay dos opciones, hacerlo a pie o en caballo. Aclaro que la trocha por dónde van los equinos es mucho más fácil de transitar que la más antigua que fue construida originalmente por los Tayronas. Sin embargo, la segunda opción es mucho más emocionante, aventurera y mágica.
Después de caminar en medio de la selva rodeado de aves y mariposas de múltiples colores, escuchar sonidos de la madre tierra que solo aquí puedes oír, bañarte en quebradas y beber su agua cristalina, preguntarte sin poder obtener una respuesta de cómo nuestros ancestros lograron moldear rocas gigantescas que adaptaron a sus caminos, llegas hasta Chairama absolutamente extasiado, eufórico y cansado.
Aun se siente la energía de un pueblo que nunca fue conquistado y prefirió replegarse Sierra arriba ante la enfermiza insistencia de un corrupto hombre europeo. Más de 2000 habitantes aquí vivieron en 250 viviendas construidas sobre terrazas artificiales circulares, de uno o dos niveles que marcaban el rango social, según las investigaciones arqueológicas hechas por Rechel-Dolmatoff en la década del 40 en el siglo pasado.
Todavía se pueden apreciar las entradas escalonadas con lajas de piedra rústica, la plaza ceremonial en el centro de la ciudad donde se encontraba un templo que los españoles no dudaron en destruir, la piedra del sacrificio o pagamento y en la que ofrecían animales a la madre tierra. Así mismo, las dos quebradas que transportan el agua sagrada de la montaña que sus descendientes aún protegen con celo, sigue bañando Pueblito y cuentan algunos guías que de vez en cuando ven a un jaguar con ojos humanos que los observa, ojos de chaman, ojos de sabio Tayrona que reencarna en el felino como reza su mitología. Repito, caminar por Chairama es un honor, es un privilegio como colombiano y americano. Es una experiencia que usted no se puede perder si en alguna ocasión visita el Parque Nacional Natural Tayrona. Es valorar, inspirados en la obra construida de nuestros antepasados, la libertad, el honor y el respeto por la vida que ellos defendieron sin descanso y hoy un buen porcentaje de la sociedad actual ignora permanentemente.
Es aconsejable iniciar el camino saliendo desde el Cabo San Juan de Guía y preferiblemente con una noche de descanso desde la llegada al Parque Nacional Natural Tayrona. Hay dos opciones, hacerlo a pie o en caballo. Aclaro que la trocha por dónde van los equinos es mucho más fácil de transitar que la más antigua que fue construida originalmente por los Tayronas. Sin embargo, la segunda opción es mucho más emocionante, aventurera y mágica.
Después de caminar en medio de la selva rodeado de aves y mariposas de múltiples colores, escuchar sonidos de la madre tierra que solo aquí puedes oír, bañarte en quebradas y beber su agua cristalina, preguntarte sin poder obtener una respuesta de cómo nuestros ancestros lograron moldear rocas gigantescas que adaptaron a sus caminos, llegas hasta Chairama absolutamente extasiado, eufórico y cansado.
Aun se siente la energía de un pueblo que nunca fue conquistado y prefirió replegarse Sierra arriba ante la enfermiza insistencia de un corrupto hombre europeo. Más de 2000 habitantes aquí vivieron en 250 viviendas construidas sobre terrazas artificiales circulares, de uno o dos niveles que marcaban el rango social, según las investigaciones arqueológicas hechas por Rechel-Dolmatoff en la década del 40 en el siglo pasado.
Todavía se pueden apreciar las entradas escalonadas con lajas de piedra rústica, la plaza ceremonial en el centro de la ciudad donde se encontraba un templo que los españoles no dudaron en destruir, la piedra del sacrificio o pagamento y en la que ofrecían animales a la madre tierra. Así mismo, las dos quebradas que transportan el agua sagrada de la montaña que sus descendientes aún protegen con celo, sigue bañando Pueblito y cuentan algunos guías que de vez en cuando ven a un jaguar con ojos humanos que los observa, ojos de chaman, ojos de sabio Tayrona que reencarna en el felino como reza su mitología. Repito, caminar por Chairama es un honor, es un privilegio como colombiano y americano. Es una experiencia que usted no se puede perder si en alguna ocasión visita el Parque Nacional Natural Tayrona. Es valorar, inspirados en la obra construida de nuestros antepasados, la libertad, el honor y el respeto por la vida que ellos defendieron sin descanso y hoy un buen porcentaje de la sociedad actual ignora permanentemente.
Fuente: El Heraldo