Santa Marta DTCH

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sábado, 28 de julio de 2018

29 de julio, Día de Santa Marta




Marta es hermana de María y de Lázaro y vivía en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos. Es patrona de las amas de casa, la hostelería, contra los maridos infieles y difíciles. Al leer esta historia sabrás por qué.

Santa Marta, anfitriona de nuestro Señor Jesucristo, nació de una familia noble. Sus padres se llamaban Siro y Encharia. El padre era duque de Siria y las había dejado una buena herencia en Betania y Jerusalén. Marta jamás se casó y permaneció virgen, contenta de servir al Señor, tanto en su mesa, como por la fe. Después de la Ascensión de nuestro Señor, y partir los discípulos, ella con su hermano Lázaro y su hermana María, San Maximino y muchos otros, ya bautizados y llenos del Espíritu Santo fueron metidos en un buque sin velas, ni remos ni timón y abandonados en el mar, llegaron hasta Marsella, desde donde fueron a Aix, convirtiendo a la gente a la fe de Cristo. Marta llamaba la atención por su fe y pureza.

En esa época, en un lugar entre Arles y Aviñón, había un gran dragón, nacido de un leviatán y que había llegado allí por mar desde Galicia. El monstruo entró en tierra y se comió a un hombre, la gente asustada se encomendó a las oraciones de Marta y ella, arrojándole agua bendita, y mostrándole una cruz (que se venera en Anon), lo amansó como una oveja, atándole con su propia faja y fue muerto con lanzas y espadas por el pueblo. Lo del dragón fue en Tarascón, por lo que se le ha llamado tarasca y ha sido asociado al monstruo del Lago Ness

Jesús Nuestro Señor vivía en Galilea, pero cuando visitaba Jerusalén acostumbraba hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania, que, tal vez, habían cambiado también su morada de Galilea por la de Judea. Marta se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.

No podemos estar seguros de la motivación de Marta al hacer su petición al Señor, pero todo parece indicar que se quejaba contra su hermana. Nuestro Señor aprecia el servicio de Marta, pero al mismo tiempo sabía que era imperfecto. El Señor corrige a Marta, penetra en su corazón afanado y dividido y establece prioridades:

«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» -Lucas 10: 41-42

San Agustín escribe: “Marta, tú no has escogido el mal; pero María ha escogido mejor que tú”. San Basilio y San Gregorio Magno consideran a la hermana María modelo evangélico de las almas contemplativas y su santidad no está en duda, sin embargo, es curioso que, de los tres hermanos, solo Marta aparece en el santoral universal.

Eusebio el historiador nos dice que aquella hemorroisa del Evangelio era Marta. Marta murió con grandes consuelos del Señor, que apareció a San Frontonio y le llevó por los aires junto a sus diáconos para que la enterrasen y cantaran misa sobre el sepulcro de Marta. Frontonio dejó allí su anillo y guantes, por olvido, lo que sirvió de prueba. El mismo Señor le aseguró que los devotos de su santa anfitriona cuando vivía, no padecerían al momento de la muerte. Clodoveo, rey de Francia, después de ser bautizado, enfermó, fue al sepulcro y allí recibió la salud.

Santa Marta se celebra el 29 de julio (antiguamente con el adjetivo “virgen”, hoy eliminado), y de ella se reza el oficio de santas mujeres. Sus atributos más comunes son el acetre e hisopo de agua bendita, el dragón, una lanza que termina en cruz, la antorcha (la luz de la fe) y el libro (los evangelios).

Es patrona de las amas de casa, la hostelería, contra los maridos infieles y difíciles (por la tarasca que amansó). Hay sitios donde se acostumbra a poner en la boca del dragón, dentro del acetre o a los pies de Marta un papel con el nombre de los hombres rebeldes.

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