Julián de Zubiría, pedagogo e investigador, hace un balance de la educación cuando se cumplen 72 días de haber suspendido las clases presenciales en Colombia a causa de la emergencia por el COVID-19. Para el experto, los estudiantes de colegios oficiales son los más perjudicados en la coyuntura.
Hace más de dos meses los niños y jóvenes abandonaron sus salones de clases. La emergencia por el coronavirus ha evidenciado profundos vacíos en la educación del país, ¿cuál es su lectura sobre esta situación?
El coronavirus ha evidenciado graves problemas en la educación, como la baja calidad y la inequidad. De allí que la manera como se ha enfrentado la crisis ha sido muy diferenciada, según los contextos sociales y culturales. El caso de la educación oficial es realmente grave. Los niños no pudieron pasar a la virtualidad y la televisión pública está siendo vista tan solo por el 3 % de los estudiantes. Sin duda, los maestros hacen todo lo posible y se conectan con sus estudiantes fundamentalmente por el celular y el Whatsapp, pero a eso no se le puede llamar educación. En el mejor de los casos, es un seguimiento distante, llevado a cabo con la mejor disposición. Por el contrario, para los estratos altos el balance es bastante bueno. Son niños que cuentan con computadores, conectividad y padres que acompañan los procesos. Asimismo, los colegios ofrecieron conectividad a quienes no la tenían y formaron en tiempos breves a sus docentes. No obstante, hay que reconocer que la mayoría de niños y jóvenes no están recibiendo la educación de calidad que requieren.
¿Cuál es su opinión frente al modelo de alternancia propuesto por el Ministerio de Educación para retomar las clases presenciales en agosto?
Me parece que no se puede cumplir. Hay que reconocer que es un tema muy complejo, porque si los niños no vuelven a los colegios, muchos padres no podrán retornar a sus trabajos. Sin embargo, es difícil cumplir los protocolos de seguridad en los colegios, porque los cursos tienen por lo general 40 niños y los espacios son muy pequeños. ¿Qué hacemos? ¿Sacamos a 25 estudiantes por curso? ¿A cargo de quién quedarían? ¿Qué tarea les asignamos? Las condiciones son difíciles de cumplir, porque no hay espacios en los recreos que garanticen el aislamiento, tampoco hay profesores de reemplazo que tomen algunos subgrupos o recursos para cumplir con todas las normas de bioseguridad. En Francia, cuando volvieron las clases, reapareció el brote y comenzaron a cerrar nuevamente algunos colegios. Seguramente pasaría lo mismo aquí. En los colegios oficiales de Colombia no hay restaurantes, patios ni rutas de transporte que permitan el aislamiento social. En estas condiciones, muchos padres preferirían no enviar a sus hijos a los colegios. Asimismo, hay que tener presente que es difícil decirle a un niño que no abrace al otro y que se mantenga a distancia en la clase, el recreo o la ruta. Es un tema muy complejo cuando se trata de niños menores.
¿Cuál sería entonces su recomendación al Gobierno para continuar con la educación?
Todos los estudiantes que puedan deberían quedarse en casa. Eso es lo primero y lo más importante. Para poder lograrlo, tenemos que garantizar internet gratuito para los profesores y estudiantes de bachillerato de los colegios y para los estudiantes de las instituciones de educación superior. Por lo menos para los estudiantes de estratos 0, 1 y 2. En el mediano plazo, eso terminaría siendo una inversión pequeña, porque disminuiría la movilidad de la gente y los contagios por el virus.
Por otro lado, dispondría que los estudiantes menores vayan alternadamente a clase, el lunes un subgrupo y el martes otro, y así sucesivamente. Solo así sería posible el retorno a las aulas. Sin embargo, hay que ser poco optimistas. No hemos podido garantizar las condiciones de bioseguridad para los médicos, dudo muchísimo que seamos capaces de garantizar esas condiciones para los niños y sus maestros. En Colombia ni los niños, ni la educación, ni los maestros han sido una prioridad.
Fuente: El Espectador
Apartes de entrevista realizada a Julián de Zubiría, pedagogo e investigador.