La estructura, que también permite comunicarse con el resto de Colombia, será inaugurada el próximo 20 de diciembre.
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Contemplar el nuevo puente Pumarejo, ubicado en Barranquilla, va más allá de admirar la magnitud de su arquitectura, implica pensar en la historia y el progreso que guarda a su alrededor. Hace 50 años, se observaban largas filas de vehículos y personas que llegaban a este punto para cruzar al Magdalena.
"La relación con el río era básicamente cuando pasábamos al otro lado del departamento del Magdalena y lo hacíamos por un ferri, que estaba ubicado por ahí en la zona del acueducto y, allí, se armaban las colas de buses, taxis de toda la gente que pasaba”, dice Moisés Pineda, historiador y gestor cultural.
En esa búsqueda de progreso, fue construido el puente Laureano Gómez, conocido popularmente como puente Pumarejo, obra que, a su vez, fue dando lugar a diversos asentamientos de personas en pequeñas islas.
"El puente desarrolló o impulsó nuevas maneras de poblamiento en las riveras, donde está hoy el barrio Rebolo, La Luz, La Chinita", señala Pineda.
En medio de la necesidad de sobrevivir, también surgieron actividades económicas en la zona como el cultivo y la pesca. Sin embargo, con el paso de los años, hoy el panorama es diferente.
"Ceo que alguien que pase por ahí dice ‘¡Wow!’ y no mira alrededor, pero indudablemente lo que menos le va a importar a la gente es cómo era antes, porque las obras de ese tamaño tienen la particularidad que borran. Borran la memoria, los entornos, ya nadie se acuerda de lo que era la entrada al ferri", afirma el historiador.
Tal como lo narran algunos historiadores, ahora la mirada de quienes transitan por la zona se enfoca solamente en una imponente estructura. El nuevo puente Pumarejo, que será inaugurado el próximo 20 de diciembre.
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"Esta es una obra icónica, que está a la altura de Barranquilla, que indudablemente nos da una mejor comunicación con el resto del país y con los departamentos de la costa, que nos colocan en un sitio de importancia para toda la región Caribe", comenta Esteban Páez, presidente de la Sociedad Colombiana Arquitectos en el Atlántico.
Mientras que la anterior estructura contaba con 16 metros de altura, la nueva tiene 43 metros, además de seis carriles y 2.200 metros de longitud, lo que la convierte en una joya de la arquitectura para toda la región Caribe.