Gaditano de nacimiento fue aquel prócer indiano llamado don Joaquín de Mier y Benítez. Siendo muy niño se embarcó junto a sus padres en el muelle donde las olas de La Caleta es plata quieta, fue un viaje de ida sin vuelta que arribó a Cartagena de Indias. En aquellas tierras de promisión, las muy españolas provincias de ultramar, se crió. Allí creció, prosperó y llegó a convertirse en un importante hombre de negocios de la ciudad de Santa Marta, que se encuentra al norte de Colombia y a orillas del mar Caribe. Tras la independencia, regentó don Joaquín una hacienda dedicada al cultivo de caña de azúcar y banano. También detentó una compañía naviera para exportar sus productos a Europa. Pero su gran anhelo sería completar el ciclo de lo que hoy se llama logística de transporte y distribución. Con tal propósito, adquirió un tren para trasladar las cosechas directamente desde su hacienda hasta el puerto de Santa Marta. Más, craso error, no contaba con el permiso gubernamental para poder construir la línea férrea, afán éste con gran impedimento burocrático además de costoso. Por lo cual, como tantos trenes de hoy en día, quedóse en vía muerta el tren de aquel emprendedor decimonónico.
Esta historia del inconcluso proyecto de infraestructura ferroviaria dio pie a la popular canción que reza así de esta manera: Santa Marta, Santa Marta tiene tren / Santa Marta tiene tren / pero no tiene Tranvía / si no fuera por la Zona, caramba / Santa Marta moriría. El autor se refiere al Tranvía, no como medio de transporte, sino como “train-vía”, o vía del tren. “La Zona” a la que alude la canción es la extensa porción de tierras fértiles donde se cultivaron aquellas plantaciones que tanto trabajo y riqueza generaron en la región, el banano.