La belleza de Santa Marta conquistó el corazón de Bárbara Brisenden, quien llegó hace 10 meses a la capital del Magdalena y decidió quedarse en esta tierra que convirtió en su casa, donde además consiguió trabajo en un puesto de arepas de huevo, sitio en el cual con gran alegría a diario sonríe a los samarios que llegan consumir este producto.
Su amabilidad es notoria y esto genera gran empatía con los clientes de este negocio, quienes quedan sorprendidos al escuchar su acento y por ello la pregunta que más se repite cada día es ¿usted de dónde es?, respuesta que da con una gran sonrisa, “soy de San Francisco en Estados Unidos”.
“llegué desde febrero a Colombia y quise quedarme, vendo arepas de huevo pero no las hago, ustedes no quieren comer mis arepas de huevo ni ningún otro alimento”, dijo entre risas la extranjera, quien reconoció que cocinar no es su fuerte.
A pesar de ello, lo que sí es su fortaleza es su gran carisma para atender, cualidades que asegura hacen parte de la formación que recibió en casa.
“La amabilidad es algo que me enseñaron, por eso me gusta ponerlo en práctica y doy gracias a ustedes por reconocérmelo”, indicó Bárbara Brisenden.
Pese a que estos días son de fiesta y el mayor anhelo de cada ser humano es pasarlos con los suyos, Bárbara los disfrutará en el rinconcito mágico del caribe, Santa Marta, donde ya cuenta con grandes amigos, que se suman a la familia que le regala la vida.
Por lo pronto, esta estadunidense, continuará en su labor diaria, donde espera a los samarios que llegarán a pedirle una arepa de huevo con jugo, productos que entregará a los clientes con unos ingredientes adicionales, su gran sonrisa y alegría, los cuales seguramente los harán regresar en una nueva oportunidad.