Alberto Miguel Gamero Morillo fue creciendo poco a poco como entrenador. Hizo el curso desde la base del fútbol profesional, la primera B, en el Chía, y luego formó parte del cuerpo técnico del Boyacá Chicó. En 2007 le soltaron la dirección técnica y desde entonces, salvo un paso poco afortunado por Junior, no ha parado de crecer y, sobre todo, de pelear títulos. Tiene en su hoja de vida una estrella, ya en Boyacá, con Chicó, y una Copa Colombia, con el Deportes Tolima, al que tiene soñando con una nueva vuelta olímpica.
“Nosotros vamos a disputar la final como lo venimos haciendo. Sabemos que vamos a pelear contra un equipo de jerarquía que siempre se arma para ir por el título”, dijo Gamero tras eliminar al Medellín en la semifinal de la Liga. “Es la tercera final a la que llegamos con algunos jugadores que han estado conmigo; eso quiere decir que ya han ganado experiencia. Tengo una ilusión grande de ser campeón con el Tolima y ojalá se me dé”, agregó.
Nacido el 3 de febrero de 1964 en Santa Marta, se dio a conocer en una histórica selección del departamento del Magdalena que se coronó campeona nacional en 1980, en la cual brillaba un tal Carlos Valderrama. El ‘Pibe’ no era el único con peinado afro que se destacaba: ahí estaba Gamero, un recio lateral que un par de años después debutó como jugador en el Unión Magdalena.
En 1988, Luis Augusto García (curiosamente, el técnico que le dio la primera estrella al Tolima, en 2003) lo llevó a Millonarios para pelear puesto con uno de los históricos del club, Germán Gutiérrez de Piñerez. Gamero le sacó el puesto y no lo soltó más en los siguientes cuatro años. Hizo parte del plantel que ganó la estrella 13 en 1988.
Se volvió un jugador de confianza de García, quien luego, cuando agarró al entonces recién ascendido Envigado, en 1992, se lo llevó como refuerzo, y al año siguiente pasó al Medellín, también con el ‘Chiqui’ en el banco. Luego volvió al Unión Magdalena, del que hoy es el segundo jugador con más partidos jugados en el club, 328, y cerró su carrera en el efímero Unicosta, en 1998.
Cinco años después tuvo su primera experiencia como técnico en el Chía Fútbol Club, en 2003. No tuvo resultados importantes. Ese mismo año, Chicó Fútbol Club, un equipo que dirigía un excompañero suyo en Millonarios y Medellín, Eduardo Pimentel, obtuvo el ascenso a la A. A ese equipo fue a dar como asistente, primero de Pimentel y después de Mario Vanemerak.
En 2007, ya como técnico titular, metió a Chicó a cuadrangulares y lo clasificó a la Copa Libertadores. Y al año siguiente lo sacó campeón con una nómina muy experimentada. Pero, poco a poco, Gamero le fue sacando gusto a trabajar con equipos sin tanta experiencia. Tuvo un aceptable paso por Águilas y luego llegó al equipo en el que mejor le ha ido, Deportes Tolima. Ganó la Copa Colombia en 2014, venciendo en la final a Santa Fe, y luego, en 2016, peleó la Liga frente al mismo rival. Cayó en la final.
De esa experiencia y de su paso por Junior, Gamero aprendió a ser práctico y a tener paciencia. “Este equipo comenzó bien. Jugamos el primer partido contra Nacional y lo jugamos muy bien, pero perdimos. En el día a día, siempre vi que los muchachos trataban de mejorar. Veíamos que podíamos armar un equipo más sólido y compacto, y ahí lo vamos consiguiendo”, dijo Gamero, que quiere otra estrella.
Fuente: El Tiempoi