Arnovis de Jesús Dalmero Arvilla emprende la carrera y salta sobre cajones de madera, cada uno separado nueve metros del otro. Da dos saltos para llegar de un cajón al siguiente y al finalizar se suspende en el aire hasta aterrizar en el foso de arena, ubicado a un costado de la pista de atletismo de la Universidad del Magdalena. Se sienta unos segundos para recuperar el aliento, mientras por su rostro corren chorros de sudor.
“Ahora vamos con la pierna izquierda”, le dice su entrenador Martín Suárez. Y repite el ejercicio bajo el sol ardiente de las 9:30 de la mañana. Desde las graderías lo observan sus padres, Arnobis Antonio Dalmero Jiménez e Isabel Elena Arvilla, quienes casi siempre lo acompañan a sus entrenamientos de salto triple.
En julio pasado, en su primera participación en un Mundial de Atletismo Sub 18, en Nairobi (Kenia), logró su mejor marca personal hasta el momento con 15,89 metros, consiguiendo la medalla de bronce. Ahora su meta es ganarse un cupo en los XVIII Juegos Bolivarianos que se realizarán del 11 al 25 de noviembre en Santa Marta.
“Estoy preseleccionado. Somos cuatro colombianos, de esos cuatro clasifican los dos primeros. Los rivales más fuertes son John Murillo, el mejor de Colombia y quinto a nivel del mundo en la categoría mayores, y su hermano Didier Murillo”, dice Arnovis, de 16 años.
Nació el 23 de septiembre del 2000 en Ciénaga (Magdalena) --es el último de cuatro partos, junto con su hermana gemela Luisa Fernanda--, pero creció en Santa Marta. Tiene la piel morena, piernas largas, mide 1,76 metros, pesa 61 kilos y tiene el cabello negro y rizado.
En primaria, el profesor de Educación Física, Ramiro Corredor, descubrió su talento para el atletismo y le dijo a su papá que tenía un diamante en bruto. Sin embargo, Arnovis solo se interesó por practicar este deporte al ver competir a su prima Cindy Paola Vega, quien ha obtenido varios triunfos en los Juegos Universitarios Nacionales, en representación de la Universidad del Magdalena.
A los 13 años empezó a entrenar con Alfonso Vitola en la Universidad del Magdalena. “Era una distracción, como estaba pequeño no lo tomaba en serio”, dice. Pero fue el atleta Alfredo Garay, experto en salto alto y salto triple, quien lo encaminó hacia el salto.
En 2015, compitió por primera vez en salto triple en los Juegos Supérate Intercolegiados, en Bogotá, en representación de la Institución Educativa Distrital Liceo Samario, donde hoy cursa undécimo grado. En esa competencia ocupó el cuarto lugar con una marca de 13,02. “No me fue tan bien porque tenía fuerza, pero no la técnica”, dice.
A saltar en serio
En agosto del año pasado todo comenzó a cambiar. El atleta Martín Suárez lo vio en uno de sus entrenamientos y se dio cuenta que tenía mucha potencia, por eso lo reclutó para que hiciera parte de la Liga de Atletismo del Magdalena.
“Empecé a perseguirlo porque él tenía otro entrenador, lamentablemente no tenía el mejor programa de entrenamiento, pero le veía el talento para hacerlo. Hablé con los papás y les expliqué qué se tenía que hacer para mejorar el salto de Arnovis, ellos demoraron como dos meses para decidirse y en agosto me dijeron que sí”, recuerda Martín.
Entrenaban por las mañanas en el estadio de fútbol Eduardo Santos, donde hay un foso de salto triple en malas condiciones, y por las tardes en el antiguo coliseo de baloncesto, antes de que lo demolieran para construir los nuevos escenarios para los Juegos Bolivarianos. En tres meses pasó de saltar 11,80 a 13,80 metros.
En noviembre pasado volvió a competir en los Juegos Supérate y se notó su progreso. Ganó la medalla de plata con una marca de 15,05 metros, con la que clasificó al X Campeonato Mundial de Atletismo Sub - 18 en Nairobi, donde obtuvo la medalla de bronce.
“Siempre desde que empecé quería dar lo mejor de mí, salir adelante. Pero la verdad es que me sorprende mucho que obtuviera esa medalla de bronce en el poco tiempo que llevo entrenando en serio. Eso fue emocionante”, dice Arnovis.
Actualmente entrena de lunes a sábado. De 7:00 a 10:00 de la mañana va al coliseo de taewkondo, donde hay un gimnasio en el que trabaja fuerza, fortalecimiento físico y explosividad; por las tardes asiste al colegio y de 7:00 a 9:00 de la noche practica biometría, saltos, carrera y velocidad en la Universidad del Magdalena.
No obstante, Martín reconoce que no lo hace en las mejores condiciones. El pasillo de salto triple es de arena y termina en un foso, que construyó hace seis meses con la ayuda de 40 deportistas, a punta de pico y pala. Recientemente el rector de la Universidad del Magdalena, Pablo Vera, según Martín, se comprometió a construir un escenario adecuado para que Arnovis ingrese a estudiar Educación Física en esta institución.
También han conseguido el apoyo de la Fundación Daniel Barragán y el Instituto Departamental de Deportes (Indeportes) con recursos y máquinas para la implementación deportiva del gimnasio que adecuó en el coliseo de taewkondo. Además, tras ganarse la medalla de bronce en Nairobi, las Alcaldías de Ciénaga y Santa Marta le han entregado incentivos económicos a Arnovis.
“Ahí empezó la motivación, dejó de ser un ‘hobbie’ para convertirse en una carrera profesional porque cuando empiezas a devengar plata, ya estás trabajando y tienes un objetivo diferente. Ya el entrenamiento dejó de ser un juego de niños para ser prácticamente una forma de vida porque lamentablemente sus papás no tienen las mejores condiciones económicas”, dice Martín.
Arnovis vive en una casa en construcción, ubicada en el barrio Los Faroles, con 15 miembros de su familia: sus papás, dos hermanas y dos hermanos con sus esposas y siete niños que llegaron de Venezuela.
Su papá trabaja como mototaxista y su mamá es ama de casa. Por eso, sueña con construirles una casa con sus saltos. “Lo que me motiva son mis padres porque quiero sacarlos adelante, que vivan bien porque ellos se han sacrificado mucho por mí. Con el favor de Dios todo se va a lograr”, dice Arnovis.
Aunque no es el saltador más técnico del país, según Martín, se destaca por su fuerza y potencia. Eso se lo atribuye a las mazamorras de plátano, guineo y maíz y a los jugos naturales que le prepara su papá porque él no consume nada con químicos.
Arnovis admira al atleta estadounidense especialista en salto Christian Taylor, medallista de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y Río de Janeiro 2016 y a la medallista colombiana Caterine Ibargüen. Al igual que ellos quiere competir en los Juegos Olímpicos y romper récord, pero sabe que eso solo se logra con disciplina y sacrificio.
Fuente: El Tiempo
PAOLA BENJUMEA BRITO
Redactora de EL TIEMPO
SANTA MARTA