Bajo las estructuras visibles en la Sierra Nevada de Santa Marta hay edificaciones que datan del siglo V y VI d.C. Son más antiguas de lo que señalaban estudios anteriores.
Terrazas circulares, caminos y estructuras construidas con piedras desgastadas permanecen como vestigios de las poblaciones Tayrona que habitaron antiguamente la Sierra Nevada de Santa Marta.
Estas edificaciones milenarias, que se erigen entre la vegetación espesa de la zona, a través de la investigación arqueológica está revelando nuevos detalles sobre el periodo en que inició la ocupación y sobre cómo vivieron estas primeras comunidades.
Estos datos fueron el tema central del conversatorio ‘Repensar la arqueología de la Sierra nevada de Santa Marta’, organizado por el Museo Arqueológico de Pueblos Karib, Mapuka, de la Universidad del Norte. El espacio tuvo como invitado al arqueólogo Santiago Giraldo, director para Latinoamérica de Global Heritage Fund, y quien ha investigado lugares como Pueblito y el Parque Arqueológico Teyuna/Ciudad Perdida por 16 años. Giraldo y su equipo han encontrado nuevos datos sobre la cronología, secuencias de poblamiento y la relación entre urbanismo, medio ambiente y poder de estas zonas arqueológicas.
Etapas de investigación.
La investigación de Giraldo inició en el año 2000, como parte de su trabajo doctoral, con el objetivo de reactivar el estudio de los sitios arqueológicos que se habían interrumpido en la zona. Las preguntas tenían que ver con qué tan viejos son realmente Ciudad Perdida y Pueblito, en qué momento empezaron a ser construidos y cómo cambiaron en el tiempo.
“Encontramos que debajo de las terrazas visibles hay estructuras más antiguas, similares a las que vemos con muros, escaleras, pero un poco más rústicos. Con acabados no tan buenos. Eso nos indica que hubo una continuidad en la ocupación y, que tanto Ciudad Perdida como Pueblito, fueron agrandándose con el tiempo, más o menos hasta 1600, que es la época en la que hacemos el corte de abandono de los grandes poblados en la Sierra Nevada”, relata el investigador y, además, señala que los datos cronológicos encontrados en Pueblito datan del siglo V d.C., y los de Ciudad perdida corresponden al siglo VI d.C.
Para el arqueólogo estos nuevos datos impulsan a repensar los supuestos que se tenían sobre la antigüedad de las edificaciones. “Por ejemplo, se decía que estos territorios solo databan del siglo XII o XIII d.C. Y realmente son mucho más antiguas”, explica.
Por otra parte, se creía que la dinámica de ocupación de los primeros pobladores había sido primero en territorios cercanos a la costa y que, luego, las comunidades como Pueblito habían crecido tanto que decidieron moverse hacia las partes altas de las laderas de la Sierra Nevada. “Los resultados sobre la cronología real de la zona apunta a que Pueblito estaba habitado en el siglo V d.C. y Ciudad Perdida en el VI d.C. Eso indica que la gente estaba viviendo al mismo tiempo en la parte alta y baja. Eso cambia el panorama”.
Lo anterior implica que la civilización Tayrona empezó a cambiar el paisaje, a convertirlo en uno lleno de poblaciones circundantes y de cultivos desde muy temprano. “Lo que estamos viendo hoy en el bosque, en la parte alta de Ciudad Perdida, es un paisaje post-abandono. Cuando estaba habitado lo que se hubiese visto serían campos de cultivo por todos lados y gente viviendo en esas cuencas. Te da una idea mucho más complicada de los cambios ambientales, sociales y políticos a largo plazo”, asegura.
La zona que fue cuna de la civilización de los indígenas Tayrona es la formación montañosa litoral más elevada del mundo, con dos picos de 5.775 metros de altitud: el pico Cristóbal Colón y el pico Simón Bolívar. Por su variedad de ecosistemas, pisos térmicos junto al mar, y su riqueza histórica y cultural fue declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1979.
El Instituto Colombiano de Antropología e Historia, que administra el Parque Arqueológico de Ciudad Perdida-Teyuna, señala que en la Sierra aún viven descendientes de esa cultura Tayrona, con alrededor de 70.000 indígenas de las etnias Kogui, Arhuaco, Kankuamo y Wiwa.
El trabajo de Global Heritage Fund y el Icanh tiene como objetivo el desarrollo e implementación de un Plan de manejo para la conservación de los elementos arqueológicos. Así como la participación de las comunidades locales, interesadas en el desarrollo sostenible del sitio.
Por esta razón los estudios arqueológicos, liderados por Giraldo desde el año 2000, han incluido proyectos comunitarios y ambientales apoyados por alianzas con la Organización para la Educación y Protección Ambiental–OpEPA–, la Fundación Selva, la Fundación Puentes de la Esperanza, Environomica, Cipav, Panthera Colombia, Etnollano y el Institute for Field Research.
“Hemos tenido distintos proyectos co-diseñados con las comunidades indígenas que van desde puentes, pasando por entrenamiento para los guías de Ciudad perdida y hasta evaluación de la biodiversidad de la zona”, explica el arqueólogo.
Datos sobre arquitectura y sociedad.
La segunda etapa de la investigación, que comenzó en 2013, se ha enfocado en los levantamientos topográficos y arquitectónicos de los pueblos que están alrededor de Ciudad perdida. En este proceso de mapeo se han identificado más de 250 poblados aledaños, un complejo que conformó el centro político, económico y social de la civilización Tayrona, hasta el periodo de abandono registrado en el siglo XVI d.C.
Los estudios apuntan que, por extrapolación, en las otras cuencas donde no se han realizado estudios arqueológicos podrían existir otros 250 puntos. Se calculan entonces unos 500 poblados, otras zonas arqueológicas, sobre la cara oeste y norte de la Sierra Nevada de Santa Marta.
“Uno de los aspectos más interesantes es la arquitectura abierta, que usa el círculo como base y no el cuadrado. Eso implica que, al parecer, no tenían un concepto de espacios públicos o privados como nosotros”, comenta Giraldo y agrega que en lugares como Ciudad perdida o Pueblito las personas estaban expuestas permanentemente porque no existían paredes para subdividir el espacio.
“Las terrazas centrales, donde se presume que se hacían todas las fiestas, en vez de estar cerradas por muros eran zonas inclusivas. Por ejemplo, a Ciudad perdida, al sector central, llegan más de 17 caminos que conectan esa parte con todo el resto del poblado”.
Por otra parte, también se identificaron patrones relacionados con la construcción de lugar en edificaciones del periodo pre-Tayrona. Se trata del hallazgo de ofrendas que fueron depositadas en el momento en que las edificaban las terrazas. “Encontramos cuentas de collar, joyas completas, entre otras cosas, sepultadas como ofrendas propiciatorias para atraer la comida, la bebida, la fortuna y la buena suerte. Que es, a fin de cuentas, lo que queremos todos los seres humanos”.
Las técnicas que han implementado para explorar el territorio no son intrusivas, como el uso del georradar, magnetometría, complementadas con imágenes satelitales, además de la excavación convencional.
Los datos proporcionados por estas herramientas, más el conocimiento de los expertos, ayudan a crear un panorama más completo de lo que fue la Sierra Nevada antiguamente. Pero aún faltan mucho por estudiar en este territorio que, por su riqueza histórica, biológica y cultural, fue declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1979.
organizaciones
Los resultados de las investigaciones hacen parte del proyecto conjunto que han desarrollado Global Heritage Fund y el Instituto Colombiano de Antropología e Historia desde el 2010; con el apoyo del Fondo Patrimonio Natural–USAID–, a través del Programa Paisajes de la Conservación. La Fundación Bolivar-Davivienda, Citi Foundation, Tamarin Foundation, y así como donantes colombianos y extranjeros participan en los estudios.
Fuente: El Heraldo