Los techos de la torre y el cuartel militar del fuerte de San Fernando comenzaron a derrumbarse desde hace dos años. Esas fueron las primeras señales del abandono de una de las edificaciones militares que en la época de la Colonia española protegieron a Santa Marta del ataque de piratas y corsarios, declarada monumento nacional en 1989.
El paso del tiempo, el salitre y las condiciones climáticas han hecho mella en esta fortaleza, construida en las estribaciones del cerro de La Pedrera, entre las playas San Carlos y Lipe, bautizada así en honor del futuro rey Fernando VI.
El historiador Wilfredo Padilla Pinedo, funcionario del Museo Etnográfico de la Universidad del Magdalena, que desde hace cuatro años organiza visitas patrimoniales a los fuertes de la ciudad, ha sido testigo del acelerado deterioro de esta edificación, que hace parte del legado histórico de la capital del Magdalena.
La ubicación del fuerte, en límites con el Batallón Córdova de la Primera División del Ejército, según Padilla, se ha convertido en un obstáculo para su conservación, debido a que existen restricciones para el acceso al lugar. “Esto lo ha hecho un sitio olvidado e inaccesible, y los mismos soldados que prestan su servicio allí se han encargado de deteriorarlo, porque por mucho tiempo se han entretenido lanzándoles piedras a las tejas del techo desde los cerros”, dijo el historiador.
El arquitecto Álvaro Ospino Valiente, quien realizó un estudio sobre el estado de este fuerte en 1997, contratado por la entonces Subdirección de Monumentos, adscrita al Invías, dijo que en ese año se le hizo la última restauración de esta fortaleza.
En ese entonces, se hicieron unas obras de consolidación, ejecutadas por la Escuela Taller de Restauración de Cartagena, que consistieron en un embebido con argamasa de cal en las paredes y el arreglo del techo de la torre.
El paso del tiempo, el salitre y las condiciones climáticas han hecho mella en esta fortaleza, construida en las estribaciones del cerro de La Pedrera, entre las playas San Carlos y Lipe, bautizada así en honor del futuro rey Fernando VI.
El historiador Wilfredo Padilla Pinedo, funcionario del Museo Etnográfico de la Universidad del Magdalena, que desde hace cuatro años organiza visitas patrimoniales a los fuertes de la ciudad, ha sido testigo del acelerado deterioro de esta edificación, que hace parte del legado histórico de la capital del Magdalena.
La ubicación del fuerte, en límites con el Batallón Córdova de la Primera División del Ejército, según Padilla, se ha convertido en un obstáculo para su conservación, debido a que existen restricciones para el acceso al lugar. “Esto lo ha hecho un sitio olvidado e inaccesible, y los mismos soldados que prestan su servicio allí se han encargado de deteriorarlo, porque por mucho tiempo se han entretenido lanzándoles piedras a las tejas del techo desde los cerros”, dijo el historiador.
El arquitecto Álvaro Ospino Valiente, quien realizó un estudio sobre el estado de este fuerte en 1997, contratado por la entonces Subdirección de Monumentos, adscrita al Invías, dijo que en ese año se le hizo la última restauración de esta fortaleza.
En ese entonces, se hicieron unas obras de consolidación, ejecutadas por la Escuela Taller de Restauración de Cartagena, que consistieron en un embebido con argamasa de cal en las paredes y el arreglo del techo de la torre.
A juicio de Padilla, si no se le hace una reparación urgente corre el riesgo de venirse abajo en menos de una década.
“Existe una miopía administrativa, porque este fuerte no solo tiene una valía patrimonial y de historia que puede interesar a académicos, sino un potencial turístico enorme”, dijo Padilla.
Fuente: El Tiempo
Fuente: El Tiempo