Estuve con mi sobrino Abe en el centro y corazón de mundo o por lo menos así llaman los koguis -uno de los 83 grupos indígenas reconocidos por la constitución colombiana- a la Sierra de Santa Marta, la única montaña nevada del mundo a orillas de un océano y también la más alta. Ellos -junto a los arhuacos, arsarios y kankuamos- son los Hermanos Mayores e hijos de la madre universal y tienen el compromiso de velar por el equilibrio entre las fuerzas del Universo, la vida y los humanos. El resto de mortales somos los Hermanos Menores, desterrados de esas tierras hace miles de años por no respetar a la Madre Tierra.
Para los koguis la Sierra es una representación del cuerpo: los picos nevados -donde nacieron los primeros hombres- son la cabeza, por eso los hermanos mayores son el pensamiento que cuida la naturaleza y sostiene el equilibrio del corazón del Planeta; el agua y las lagunas, el corazón; los ríos representan las venas; los árboles, el cabello y la tierra, los músculos. Qué bella forma de interpretar el mundo.
El que veis en las fotos es el mamo, máxima autoridad de estos Hijos del Jaguar y descendientes de la antigua cultura tayrona-, escogido desde su nacimiento. A través de profundas meditaciones -en las que aseguran comunicarse con las plantas, animales y otros seres vivos-, ayunos de varios días y ofrendas, ayudan a crear el balance y la armonía necesaria para el mundo. Nos lo encontramos en un poblado a dos horas y media de camino a pie desde Palomino hasta donde subimos acompañado de Joana Casas, una guía muy especial que, con la gente de Unique Colombia, tiene un permiso especial para llegar hasta este lugar.
El mamo estaba en su día de oración; le pedí sentarme a su lado y me lo permitió pero fuera del círculo sagrado. Intenté charlar un rato con él pero no fue posible; tan sólo conseguí que me preguntara mi nombre mientras me miraba profundamente con sus ojos negros y mambeaba y mambeaba. Mambear es un ritual de suma importancia para los koguis. La hoja de jayo -hoja de coca- es recolectada y tostada por las mujeres. Los hombres introducen en el poporo de calabazo -lo que veis que lleva el mamo en sus manos- la raspadura de cal extraída de las conchas de mar, con un palo sacan la cal de la semilla y lo llevan a la boca del lado donde están masticando las hojas de coca. Esta combinación del poporo y el mambeo al encajar el palo en la semilla acompañado de la coca significa para ellos la creación universal, a partir de la unión entre lo femenino y lo masculino; el poporo o semilla donde está la cal representa el útero, lo femenino; el palo con el que se extrae la cal para luego combinarla con la coca es lo masculino, el falo; y la coca, la planta sagrada que permite la conexión con la fuerza creadora. Esta mezcla, dicen, reposa el corazón, baja la frecuencia cardiaca y permite un estado de calma que abre el pensamiento.
Permanecimos junto a él unos minutos en completo silencio sin perdernos un detalle; no se oía un alma y se respiraba una paz infinita. El encuentro fue increíble; estoy segura que mi sobrino y yo no lo olvidaremos en la vida y soy consciente de que fuimos unos auténticos privilegiados.
Fuente: El Espectador