Minca se sitúa exactamente a 14 kilómetros al suroeste de la capital del Magdalena.
Para llegar a esta población, que se erige como uno de los destinos preferidos del turismo ecológico en Colombia, hay que subir la maltrecha carretera hacia la Sierra durante unos 25 minutos si se hace en carro particular, o unos 40 si en cambio se eligen los automóviles tipo colectivo, chivas y moto taxis que llevan pasajeros hasta Minca por no más de 6 mil pesos.
Estos últimos medios de transporte pueden tomarse desde el Centro Histórico de Santa Marta o desde el barrio El Yucal.
Una vez se llega a la comunidad minqueña el abanico de posibilidades se abre y despunta un bosque húmedo tropical en el que se divisan árboles de hasta 40 metros.
Un aspecto que de entrada llama la atención es su temperatura que oscila entre los 17 y los 24 grados centígrados, todo un alivio para quienes huyen del calor incandescente de la Región Caribe, y una alternativa ante la sobre oferta de planes turísticos de playa, brisa y mar.
Alrededor de Minca habitan todo tipo de especies animales como osos, micos, armadillos, erizos, y toda clase de aves e insectos que matizan el lugar con sus trinos, y chirridos. No obstante, es imprescindible que lleve repelente contra los mosquitos del lugar.
El pequeño poblado también da la posibilidad de pernoctar en cualquiera de los múltiples hostales y casas de hospedaje, marcados por el sonido del agua, pues el río Minca mantiene al lugar hidratado de una sonoridad tranquilizante.
Desde este paraje prístino, punto de encuentro obligado para los amantes de la naturaleza, sus visitantes emprenden caminatas por senderos hacia fincas de café, frescos pozos de agua y preciosas cascadas.
Minca fue declarado Patrimonio de la Humanidad, Reserva de la Biosfera y del Hombre por la Unesco en 1980.
Sin duda un paraíso dormido, muy alejado del bullicio y caos de las ciudades. Su gente sencilla, amable y tranquila, forma ese otro valor agregado que podría ser considerado un lujo en estos tiempos vertiginosos.
Casa Loma
Doscientas once escaleras arriba de la empinada montaña que se levanta detrás de la Iglesia de Minca se ubica el Hostal Casa Loma.
El lugar además de ofrecer cómodos albergues en habitaciones privadas ($60 mil), compartidas ($45 mil) y hasta en hamacas ($12 mil), brinda una de las mejores panorámicas de toda la población. El horizonte conjuga en perfecta armonía, la flora tropical del pueblito cafetero y al fondo se puede apreciar a Santa Marta y su bahía interna. Es un espectáculo inestimable sobre todo en los atardeceres.
Si usted desea quedarse aquí debe tener claro que tendrá que hacer en varias ocasiones una escalinata hasta este refugio que administra James Speller, el inglés que hace dos años compró la propiedad.
Casa Loma es uno de los lugares más visitados por los turistas extranjeros, en su mayoría mochileros norteamericanos, posee varias áreas comunes pero un único baño compartido y una cocina también de uso común.
Restaurante Bururake
Es atendido por una familia de bogotanos que también llegó a Minca atraída por la belleza inusual del lugar. El Bar es la primera planta y tiene un aspecto bastante hippie con ilustraciones policromas en las paredes.
Cuando se atraviesa el bar se llega al restaurante que tiene un mirador al río. Su chef Sergio, también bogotano, prepara todo tipo de comida de la región pero como plato especial es muy recomendable su Lomo Chocolate Pimienta.
Desde este lugar también se puede bajar al río y refrescarse de manera natural.
Doña Ana y Mirador
Ahora bien, si lo que se quiere es comer uno de los sancochos legendarios del corregimiento, hay que visitar el balneario Doña Ana. Pero tendrá que llegar antes de la 1 de la tarde para no quedarse sin una porción.
Otro de los hostales más simpáticos es Mirados Turístico, que dirigen Fernando y Margarita, una familia colombiana que tiene tres hijos. En este lugar se percibe un clima bastante agradable pues los esposos realmente tratan a sus huéspedes con la amabilidad con la que se trataría a un invitado.
Además tiene una vista casi tan buena como Casa Loma con un panorama de los dos valles que conducen al mar y las luces de Santa Marta.
Sus habitaciones privadas cuentan con una cama doble, electricidad y el desayuno por $35 mil.
También ofrecen una habitación compartida, camping, parrillas, y un montón de hamacas en la terraza perfectas para la lectura silenciosa.
Café Ei Mox Muica
Es un pequeño restaurante italiano, tiene patio tranquilo rodeado de exuberantes flores de la región.
Su menú es creativa e inusual, debido a que preparan pastas hechas con pollo y lúlo, o mango y pollo.