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sábado, 17 de diciembre de 2016

Simón Bolívar vivió en Colombia entre amores y traiciones


En la bahía de Santa Marta, y dejó mensajes de unión, libertad y paz, que dos siglos después están vigentes en este país que busca dejar atrás una guerra interna de 52 años.

Simón Bolívar lidera la lista de los próceres en Colombia, y es todo un símbolo de libertad que está presente en todas las sedes de los poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, en escuelas, universidades, plazas emblemáticas y museos. Bolívar esta en cada rincón de Colombia.

Las tropas bolivarianas, bajo el mando de Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander, recorrieron al menos 28 poblaciones en las que se resguardaron en batalla tras batalla contra los españoles y en pleno siglo XXI, hace parte de la Ruta Libertadora que promueven las autoridades colombianas, como parte de su memoria histórica.

El departamento de Boyacá, en el centro de Colombia, reúne una serie de pueblos por donde cruzaron las tropas al mando de Bolívar, y el lugar en donde su ejército salió victorioso del Pantano de Vargas, en donde se liberaron las más importantes batallas contra los españoles.

En Boyacá están los poblados de Ventaquemada, el Puente de Boyacá, el Pantano de Vargas, La Ermita de Chivatá, Gámeza, Tunja, Paipa, Sogamoso, Socha y Villa de Leyva, que en la actualidad es uno de los sitios más hermosos y frecuentados por turistas nacionales e internacionales.

En el departamento de Cundinamarca, la huella de Simón Bolívar y su ejército victorioso, está en el puente El Común en la pequeña población de Chía, y por donde las tropas bolivarianas entraron victoriosas a Santa Fe de Bogotá.

En Cundinamarca están poblaciones, que también son patrimonio de la cultura y la historia de Colombia como Villapinzón, Chocontá, Suesca, Nemocón, Zipaquirá y Cajicá, los más cercanos a la capital colombiana.

Las tropas bolivarianas también libraron batallas en los Llanos orientales, en Arauca, zonas fronterizas con Venezuela, la cordillera de los Andes que une y comunica a los países con el sur del continente.

Simón Bolívar y su ejército cruzaron los departamentos del Norte de Santander y Santander, una zona que se conoce como la Ruta de los Comuneros, en la que se destacan sitios turísticos como Bucaramanga, Pamplona, Socorro, San Gil, Barichara, entre otros, lugares que conservan los caminos coloniales.

En el centro histórico de Bogotá, se encuentran importantes vestigios arquitectónicos de la época de la independencia, en donde está la tradicional e histórica Plaza de Bolívar, el lugar donde llegaron victoriosas las tropas bolivarianas el 10 de agosto de 1819. La Plaza de Bolívar, es un símbolo de la historia y el poder en Colombia.

En la capital colombiana, y sobre los cerros orientales de la ciudad, está el Museo Quinta de Bolívar, una casona construida en 1800 y restaurada en 1998, en donde se exhiben muebles, trajes, armas, documentos y objetos que pertenecieron al Libertador Simón Bolívar, durante sus cuatro años de estadía en el lugar.

De acuerdo con las reseñas de los historiadores colombianos, “después de la victoria obtenida en la batalla de Boyacá, el entonces vicepresidente de la Gran Colombia, Francisco de Paula Santander, y el gobernador de Cundinamarca, Don Tiburcio Echavarría, adquieren la propiedad para ofrecerla al Libertador en nombre del pueblo agradecido”.

Simón Bolívar habita su residencia en Bogotá transitoriamente a partir de 1821.

Durante un homenaje que le rinden al Libertador por la victoria en la batalla de Pichincha, conoció a la quiteña (Quito-Ecuador), Manuelita Sáenz, se enamoraron y compartieron como pareja este espacio en las laderas del cerro de Monserrate, durante cuatro años.

Agobiado por la enfermedad y por los problemas políticos, y de seguridad, opta por trasladarse a la Quinta de San Pedro Alejandrino en la caribeña ciudad de Santa Marta, en donde lucho contra la tuberculosis que lo llevó a la muerte, el 17 de diciembre de 1830.

La Quinta de San Pedro es una hacienda en la bahía caribeña de Santa Marta, que se construyó el 2 de febrero de 1608, y fue la última residencia oficial de Bolívar, quien nació el 24 de julio de 1783. Fue el lugar donde el Libertador lloró por las traiciones, soñó y murió de tuberculosis.

Esta casa colonial acogió al Libertador y sirvió de refugio para sus lágrimas porque Bolívar con armas o sin ellas, también lloró. Este fue el espacio donde sintió y vivió el desengaño, la traición y las disputas políticas.

La Quinta de San Pedro declarada Monumento Histórico Nacional conserva aún su belleza arquitectónica, pero también guarda las glorias y amarguras del Libertador, su elocuencia, ideología, su gran capacidad militar y talento como estratega.

El proceso de cambio de residencia del Libertador se inicia desde el 25 de septiembre de 1828, cuando en Bogotá, se lleva a cabo un atentado contra su vida, conocido como la “Conspiración Septembrina”.

Resultó ileso gracias a su compañera sentimental, la quiteña Manuela Sáenz, quien lo ayuda a escapar por la ventana lateral de la casa donde residían.

La última residencia del Prócer, es un recuerdo de este hombre admirado por sus soldados en los campos de batalla, de sus discursos y las victorias alcanzadas en su lucha por la libertad bajo sus principios de justicia e igualdad de los pueblos.

Bolívar lucho con el firme y noble anhelo desinteresado por la búsqueda de la independencia y autonomía de la Gran Colombia, esa huella la encuentra el visitante en esta mansión de la bahía de Santa Martha.

En la Quinta de San Pedro, se encuentran elementos auténticos de interés histórico y ambiental. Así como el mobiliario de la época y algunos objetos que pertenecieron a la familia Mier como la vajilla, biblioteca, galería de cuadros, coche de la época tirado por caballos y adornos de porcelana.

En esta apacible hacienda, el Libertador, no se levantó más de la cama, hasta su muerte. La habitación donde murió Bolívar, es el sitio más importante y el más visitado.

La cama está cubierta por la bandera de Colombia, un armario, un aguamanil, una escupidera, un sillón de terciopelo rojo y al lado un baño con una tina de mármol italiano.

Desde esta habitación colonial, el moribundo Libertador en noviembre de 1830, envió a las recién creadas naciones de América, un mensaje de libertad, unión y fraternidad.

Simón Bolívar dejó para la historia mensajes que dos siglos después están vigentes: “Los tres mayores majaderos del mundo fuimos Jesucristo, Don Quijote y Yo (…). Yo quiero ser ciudadano para ser libre y para que todos lo sean. Prefiero el título de ciudadano al de libertador, porque este emana de la guerra”.

“Colombianos mis últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajare tranquilo al sepulcro”, fue el último mensaje de Bolívar a esta nación que dos siglos después se debate entre la guerra y la paz, entre el odio y el perdón, entre la reconciliación y la libertad.

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