Ya no abre sendas a machetazos, pero Miguel de la Quadra-Salcedo, a sus 83 años, conserva el entusiasmo y provoca la admiración de más de diez mil jóvenes de 26 países iberoamericanos que en las últimas tres décadas han participado en la Ruta BBVA, antes Quetzal. Con esa fuerza volcánica que desprende cuando habla de la ruta, el aventurero despidió a la trigésima expedición antes de partir hacia Colombia. Los jóvenes visitaron Santa Marta, la ciudad más vetusta de Colombia, se adentraron en las estribaciones de su Sierra Nevada, la cordillera costera más alta del mundo, y se dejaron seducir por el Parque Nacional de Tayrona.Acamparon en la Quinta de San Pedro Alejandrino, última morada de Simón Bolívar, y recorrieron las calles de Aracataca, la cuna de García Márquez. Descargaron adrenalina haciendo rafting por el río Fonce, y en Barichara y Villa de Leyva comprobaron la belleza de las ciudades coloniales. Un año más aplicaron la ley socrática que rige la vida en la ruta: «Descúbrete a ti mismo y luego proyéctate».
