El que persevera alcanza. Y vaya que es verdad. Luego de cuatro años
viajando desde Santa Marta, Lenin Hernández ganó el tan anhelado primer
puesto en el trial del Clásico EL COLOMBIANO-Indeportes Antioquia, en el
que no había podido conseguir ni un lugar en el podio.
"Esta vez vengo con toda para montarme en el podio, llevo todo el año preparándome para esta competencia que es la mejor, más organizada y popular en todo el país", afirmaba el costeño competidor de la categoría avanzados.
"Esta vez vengo con toda para montarme en el podio, llevo todo el año preparándome para esta competencia que es la mejor, más organizada y popular en todo el país", afirmaba el costeño competidor de la categoría avanzados.
Saltando de un obstáculo a otro, el joven de 17 años
parecía un saltamontes con antenas enroscadas. Sus ojos sólo reflejaban
la alegría con la que se gozaba la competencia y la concentración para
mantener el equilibrio, el mismo que consiguió todo el año entrenando
bajo la brisa de la ciudad samaria.
El ágil competidor subió al podio, quizá con esa imagen había soñado durante varias semanas. Caminó lentamente, alzó el trofeo y reflejó en su rostro moreno una sonrisa tan blanca como el casco que tenía puesto. Al lado estaban Pablo Sánchez y Nicolás Rodríguez, segundo y tercero. Al igual que el campeón levantaron sus reconocimientos y se inundaron en los aplausos en el parque Los Salados.
Uno de los títulos del biketrial del Clásico viajó a Santa Marta, en manos del perseverante Lenin, al que no le importará viajar de nuevo 851 kilómetros para retener el título que había deseado.
El ágil competidor subió al podio, quizá con esa imagen había soñado durante varias semanas. Caminó lentamente, alzó el trofeo y reflejó en su rostro moreno una sonrisa tan blanca como el casco que tenía puesto. Al lado estaban Pablo Sánchez y Nicolás Rodríguez, segundo y tercero. Al igual que el campeón levantaron sus reconocimientos y se inundaron en los aplausos en el parque Los Salados.
Uno de los títulos del biketrial del Clásico viajó a Santa Marta, en manos del perseverante Lenin, al que no le importará viajar de nuevo 851 kilómetros para retener el título que había deseado.
