La periodista samaria Inés María Zabaraín confiesa que su familia, conformada por Jorge Alfredo Vargas y sus tres hijos, es su “mayor fortaleza”. Su espiritualidad y determinación han sido las claves de su éxito profesional.
Cierra los ojos y ni por un segundo duda en decir: “Mi mayor nostalgia es Santa Marta”. Añora su comida, la brisa cálida, “la música a todo timbal”, ver siempre abierta la puerta de la casa y a los vecinos entrando sin anunciar, el buen humor de su padre, la tranquilidad de su madre, la camaradería de su hermana, los comentarios sinceros de su gente y el despertar en su hogar paterno. Allí donde la siguen viendo como la niña que se fue a vivir a Bogotá cuando tenía tan solo 16 años.
“Estudié en el colegio La Presentación de Santa Marta, a los 16 años me gradué y me fui a vivir a Bogotá. Desde siempre me gustó la idea de ser presentadora. En el colegio pedía ser maestra de ceremonias de todos los eventos y cuando terminé el bachillerato solo me presenté a Comunicación Social en la Universidad Javeriana. Tenía claro que era lo mío. Desde quinto semestre empecé a trabajar como presentadora de programas de televisión comunitaria que manejaba la universidad y que se transmitían por la entonces Cadena 3. Se llamaba Educadores de hombres nuevos e itinerario”, recuerda Inés María.
Está casada con el también periodista, Jorge Alfredo Vargas, presentador de Noticias Caracol, director de Voz Populi TV y del programa que lleva el mismo nombre en Blu Radio. Es madre de Laura, Sofía y Felipe, tres jovencitos realmente encantadores.
La carrera de Inés María siempre ha estado marcada por el éxito.
“Estando en la presentación de los programas de la universidad me contactaron para hacer un casting en el canal para el programa ‘Panorama’. Tuve entrevista con su director Julio Sánchez Cristo y trabajé allí casi dos años. Luego me llamaron María Isabel rueda y María Elvira Samper para que me fuera a trabajar en su nuevo proyecto, el noticiero QAP. Empecé como periodista de farándula. Allí conocí a Jorge Alfredo quien era el jefe de redacción. Duramos dos años de novios y nos casamos el 18 de mayo de 1996, en la Catedral de Santa Marta. Este año cumplimos 22 años de casados”.
Increíble pero cierto. Así como se juraron amor eterno en ese momento, hoy ese amor sigue intacto.
“Con Jorge tenemos un equilibrio que solo se logra siendo diferentes. El hecho de que él sea cachaco y yo costeña hace que nuestra relación nunca sea aburrida. Hemos aprendido a valorar las cosas que para cada uno son importantes y lo que para el otro no, ya sea por costumbre o cultura. Él es divertido, noble, detallista, es un gran papá... es especial. Es un regalo de Dios”.
Ella es de esas mujeres que emiten una profunda armonía. Al verla en su entorno, con sus hijos y su esposo, hace suponer que existe la felicidad, que el amor es para toda la vida y el hogar es lo más importante en la realización del ser humano. Su rol de madre deja divisar fácilmente una inmensa dulzura. Sus hijas son la encarnación de su feminidad y delicadeza y poseen ese don de cuna que descifra la compostura y la buena crianza, mientras Felipe “es más dicharachero y caballeroso como Jorge Alfredo”.
“Mi realización total es amar infinitamente sin esperar nada a cambio. Ser mamá te da la posibilidad de enseñar, pero también de aprender. Los hijos lo sorprenden a uno cada día y le enseñan cosas que uno jamás imaginaría. En esto de ser mamá nada es difícil porque todo se hace con tanto amor que siempre se disfruta. Laura: corazón, nobleza, inteligencia; Sofía: brillantez, inteligencia, humor; Felipe: caballeroso, inteligente, amoroso. Para mí, mi mayor felicidad, es estar en familia, en mi casa, con Jorge, Laura, Sofía y Felipe. Soy muy feliz, gracias a Dios. Tengo una familia hermosa, un esposo maravilloso, unos hijos amorosos, un trabajo que me encanta y una paz interior que me da la certeza de saber que Dios siempre está conmigo”.
Fuente: El Heraldo