Nunca estuvo apartado del todo, pero pasaron ocho años para que el cantautor colombiano Carlos Vives presentara un nuevo trabajo discográfico, volviera a los escenarios y aterrizara en Venezuela como parte de la gira Corazón profundo.
El artista tuvo gran poder de convocatoria. Pocos asientos quedaron vacíos y personalidades del espectáculo nacional se dejaron ver como Jorge Reyes, Dayra Lambis, Maria Antonieta Duque y su esposo Manuel Fraiz Grijalba, Yordano y Gilberto Correa, entre otros.
Su show no dejó indiferente a nadie. Empezó con un video con imágenes de su Santa Marta querida, la ciudad colombiana donde nació, los espectadores pudieron observar la playa de Bahía Concha, la Plaza Bolívar o la Sierra Nevada para luego aparecer en el escenario con su guitarra a cuestas y una gran sonrisa.
Desde ese momento, los asistentes no pararon de gritar, cantar, bailar y hasta declaraciones de amor se escucharon cuando dos o tres veces le gritaron a Vives que lo amaban.
Los ritmos tradicionales del folklore colombiano como el vallenato, la cumbia y la champeta se escucharon modernizados con ese toque que Vives muy bien supo hacer hace ya 20 años con canciones como La Gota Fría y Matilde Lina, que se escucharon la noche del sábado en el coso de la Rinconada. De su nuevo álbum, el ganador del Grammy cantó Como le gusta a tu cuerpo, Bailar contigo, Corazón profundo y Volví a nacer, de las más coreadas de la noche.
El artista interactuó con el público contando anécdotas, presentando a los miembros de su banda y hasta una pareja afortunada tuvo la oportunidad de sellar su amor en el escenario cuando el joven le propuso matrimonio a su novia.
En el show, el costeño mostró lo orgulloso que está de sus coterráneos pues en pantalla pasaban imágenes de colombianos que han sobresalido en música como Juanes, Andrés Cepeda y Shakira, mientras interpretaba Como tu rock de mi pueblo. Al cantar En la tierra del olvido, las fotos eran de famosos atletas colombianos.
El carismático artista no dejó que la emoción bajara en ningún momento y aunque cantó dos horas al público no le hubiera importado que la fiesta hubiera seguido hasta la madrugada, lo que confirmó que las ausencias son buenas si vienen repotenciadas de buena música, letras, ritmos y mucha simpatía.
